La encomiable permanencia de Profamilia

<p>La encomiable permanencia de Profamilia</p>

CARMEN IMBERT BRUGAL
Descubrir una reserva de optimismo en la República Dominicana es extraño. Si el optimismo está avalado por realizaciones, la situación es excepcional y eso ocurre en PROFAMILIA, institución creada en el año 1966 -14 de marzo- con el auspicio de la Iglesia Evangélica Dominicana. Atrevidos sus gestores, más realistas que soñadores, se expusieron al rechazo de una sociedad signada por el peso de tres décadas ominosas y por un coqueteo borrascoso con la libertad.

Después del tiranicidio el tránsito no fue cómodo. Mandatos efímeros, elecciones, golpe de Estado, gobierno de facto, insurrección y sacrificio de jóvenes, guerra e intervención de los EUA. Espacio no había para pensar en las consecuencias de la miseria, la ignorancia.

PROFAMILIA, contra viento y marea, diatribas y enconos, sospechas y malos augurios, comenzó a decir lo que nadie decía. Discurso disonante, impugnado por aquellos destinados a beneficiarse de la sumisión y los prejuicios. ¿Cómo hablar de planificación familiar, de derechos para las mujeres? ¿ Cómo mencionar la sexualidad en un colectivo sorprendido porque descubría que la vida era algo más que temerle al tirano, soportar el abuso de sus sucesores, resistir la intervención militar, guardar luto y enterrar tantos muertos? ¿Cómo escindir sexualidad y reproducción y asumir de manera gratificante y armoniosa la vida en pareja?

En el año 1966, el 70% de la población dominicana era rural y del 30% urbano tal vez un 3% había escuchado hablar de sexo sin aludir la procreación. Es en ese contexto adverso donde PROFAMILIA comienza a brindar servicios de salud sexual y reproductiva. Sólo quien pertenecía a la CIA o era agente del comunismo ateo y disociador podía hacerlo. Y ahí advino otra contradicción, otro lastre para la recién inaugurada organización no gubernamental. Rechazo de unos y otros. Mala para los rojos criollos, mala para los mayoritarios y poderosos grupos conservadores, fortalecidos por la bendición y el azuce de la jerarquía católica.

El soporte de la Federación Internacional de Planificación Familiar-IPPF- permitió la tarea, la reflexión, el entrenamiento del personal fuera del país. Los portadores de la buena nueva llegaban a los barrios de Santo Domingo y recibían como bienvenida el insulto, la descalificación. “Vienen a pervertir las mujeres”, decían. Poco a poco el mensaje fue escuchado y evaluado. El resultado, asombroso. Los integrantes de la Junta Directiva y de la Dirección Ejecutiva entendieron temprano la necesidad de diversificar funciones, su prestigio trascendió los parámetros del IPFF y los financiamientos se renovaron. Fue el tiempo del Instituto de Estudios de Población y Desarrollo-IEPD-, de las investigaciones pioneras que servían para la redacción de sus proyectos, para el debate.

Si algo está proscrito en la institución es la inútil reyerta, la confrontación innecesaria, el espectáculo de dimes y diretes. La provocación ha sido mucha pero el compromiso es mayor. La labor de “perversión”, atribuida antaño a PROFAMILIA, ha sido más que exitosa y las cifras, sencillamente, son contundentes. Sesenta y tres millones de consultas y servicios de planificación familiar, dos millones de consejerías, charlas. La tasa de fecundidad cuando inició su trabajo era de 7.5 hijos por mujeres, en el año 2002, descendió a 3.0, el 31% de la población, en el año 1969, rechazaba la planificación familiar, la aceptación contemporánea es 92%. En el 1970 un 22% usaba anticonceptivos en el 2002 un 66%. Su programa de fertilidad ha logrado que nazcan 700 niños.

Transcurrido el tiempo adopta el lema “Por una vida sana” y se propone a difundir nuevas ofertas. Porque PROFAMILIA no sólo enseña planificación familiar, paternidad y maternidad responsables, tiene cinco centros de salud y treinta clínicas asociadas que se distinguen por la eficiencia. La red funciona en Capotillo, Sabana Perdida, Santiago, San Francisco de Macorís, San José de Las Matas. Asiste a víctimas de la violencia intrafamiliar y tiene programas ejemplares de atención a personas que viven con VIH. Es una empresa social de salud, 89% sustentable que pretende la autosuficiencia. Más que en la caridad cree en los servicios para todos los sectores. Proporciona cuidados a la marginalidad y personas provenientes de sectores sociales medios acceden a los mismos pagando un precio módico. El personal de la institución está comprometido con la excelencia. Ahí todo se discute, se planifica, no hay incentivos irritantes, privilegios, evasiones o acomodos. Se afiliaron a la transparencia y ha sido redituable.

A Magaly Caram, Directora Ejecutiva de PROFAMILIA, desde el año 1979, no le producen rubor sus sucesivas reelecciones. “Yo sé que esto no es mío y creo en el estimulo para la realización de los otros. Esa es la clave para el crecimiento de PROFAMILIA. No ha sido alrededor de una persona que ha crecido sino de un equipo. Detrás de mi figura hay un ejército de hombres y mujeres que son los que avalan el trabajo, lo respaldan, lo evalúan, lo administran.”

Cuando Orestes Cucurullo y Manuel Rodríguez Casado le ofrecieron trabajo, en el Departamento de Educación de PROFAMILIA, Magaly aceptó sin titubeos. Regresaba de Madrid, había terminado sus estudios de Sociología, en el Instituto León XIII. Quizás aquella joven no pensó que cuarenta años después celebraría, satisfecha y orgullosa, los aciertos de una institución modélica. Tampoco imaginó que lo haría rodeada del respeto de la comunidad y compartiendo trabajos y desvelos con Gianna Sangiovanni, Asesora de Proyectos Estratégicos, a quien encontró en la institución en el 1967.

En un país donde lo efímero es norma y la inconsistencia principio, la permanencia de PROFAMILIA es encomiable.

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