El referéndum sin modificación constitucional, avalado por una sentencia de marras, es la vía más fácil, pero la más traumática en términos institucionales y políticos. En ese sentido, la familia Castillo Seman tiene toda la razón.

Un líder político como Leonel, culto, visionario, prudente y con una carrera llena de éxito en el plano nacional e internacional, no debe dejarse  arrastrar al precipicio de la historia. Sabemos que  es un maestro del pragmatismo,  hombre ingenioso de condiciones excepcionales, con una vocación de poder ilimitada, sin usar métodos antidemocráticos y con un liderazgo realmente sólido, que definitivamente ha encauzado el rumbo del país. Actualmente está en una encrucijada política, en un gran dilema: decidir su papel en las elecciones presidenciales del 2012. Tiene el aval de haber ganado 4 elecciones consecutivas y la posibilidad de una quinta, pues en la arena partidaria ha sido realmente imbatible.  Sus actos políticos son calculados y programados de manera fría y objetiva.

Es enemigo de las improvisaciones, y por eso en gran medida el éxito le ha acompañado siempre. Carisma y mucho talento le sobran, pero además es dichoso, protegido por el azar del destino, como decía el Dr. Balaguer. Los que hemos estudiado la historia política dominicana después del ajusticiamiento de Trujillo, y que también la vivimos, sabemos que  aunque lo disimula muy bien, estimula los aprestos reeleccionistas de los llamados «ingenieros», senadores y diputados.  Pero la familia Castillo Seman más que oponerse a la repostulación,  está  indicándole el camino menos espinoso abriendo un debate  que será decisivo. La influencia y autoridad de la FNP, y fundamentalmente la de Vincho Castillo, reforzado por la extraordinaria capacidad de su hijo Vinicio, tiene variados antecedentes históricos.   El Dr. Fernández seguirá maniobrando y al final probablemente se salga con la suya con el apoyo soberano del pueblo.