La encrucijada de los mexicanos

La encrucijada de los mexicanos

Comentario Editorial
Estabilidad, un flujo estable de inversión que viene de Estados Unidos y más de una década de una consistente administración fiscal y monetaria, empiecen a traerle beneficios reales a México.

Pero si México quiere avanzar, incrementar su productividad económica para que pueda competir con los mercados internacionales y lograr adelantos en los tercamente altos niveles de pobreza, tiene que empezar a enfrentar los obstáculos estructurales que frenan su desarrollo.

La reforma tributaria es una necesidad. Lo son también mercados laborales más flexibles. Sobre todo, México tiene que empezar a desmembrar los monopolios privados y públicos en sectores cruciales como la energía y las telecomunicaciones. Desafortunadamente -por razones diferentes-, ninguno de los dos candidatos líderes para las elecciones presidenciales del dos de julio parece ser capaz de estar a la altura del desafío.

Uno de los problemas es que el Congreso mexicano continuará siendo altamente fragmentado. En parte esto se debe a que el Partido Revolucionario Institucional -que gobernó México durante 71 años, antes de su derrota electoral en 2000-, está en crisis. Roberto Madrazo, el candidato presidencial del partido, muy bien pudiera terminar tercero en las elecciones.

A sus diputados le irá mejor, pero el partido estará sin líder, cuajado de facciones y sin voluntad para cooperar. Andrés Manuel López Obrador, el nacionalista de izquierda que ha liderado las encuestas durante buena parte de los últimos dos años, tiene la experiencia política y los recursos para negociar que le permitan trabajar bien en este contexto.

El señor López Obrador no es un populista desmedido, pero tampoco ha dado muchos indicios de estar preparado o ser capaz de enfrentarse a los problemas fundamentales del país. En particular, a veces parece como si el señor López Obrador creyera que los problemas de México se pueden resolver con recortes en el número de funcionarios públicos con altos salarios y otras medidas de austeridad populista. Parece haber pocas posibilidades de que reforme las anacrónicas reglas que limitan la inversión privada o extranjera en PEMEX, el monopolio petrolero estatal. Sin reforma, México se privará de la tecnología que necesita para explotar sus reservas de petróleo en las aguas profundas del Golfo de México.

Felipe Calderón, el candidato del conservador Partido de Acción Nacional, está consciente de los temas estructurales y le gustaría liberar el sector petrolero. Desgraciadamente, al igual que Vicente Fox, el presidente, batallará por construir las alianzas políticas que necesita en el Congreso. Sus dificultades serán mayores por la mala sangre que han generado sus acusaciones de que el señor López representa “un peligro para México”.

Como resultado, México se enfrenta a la opción entre un político que pudiera reformar, pero no lo hará, y otro a quien le gustaría hacerlo, pero no puede. Es una lástima. Con los altos precios del petróleo y tasas de interés bajas, cuantiosas divisas provenientes de las remesas y una economía en auge en EEUU, las circunstancias externas del país no pudieran ser más propicias. Sin embargo, México está al borde de desperdiciar otra oportunidad.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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