La encrucijada de México

La encrucijada de México

LEANDRO GUZMÁN
Guardo mis mejores recuerdos de México, pues un buen período de mi vida política y profesional transcurrió allí, donde fui acogido por la tradicional hospitalidad mexicana.

En efecto, fue ese el país que me protegió durante más de dos años como exiliado político, pero también como profesional de la ingeniería, que me permitió hacer una Maestría sobre procedimientos generales de protección del general Lázaro Cárdenas, quien como presidente de México escribió las mejores páginas de la historia contemporáneo de ese gran país.

Es por eso que me duele mucho la crisis política que actualmente padece, en la que dos de sus dirigentes políticos de importancia se declararon ganadores de las elecciones presidenciales recientemente celebradas. Al propio tiempo, el Tribunal Federal Electoral falló decididamente a favor de Felipe Calderón, candidato del Partido Acción Nacional (PAN). Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, del Partido Revolucionario Democrático (PRD), dice que es “el verdadero presidente”, pues, según denuncia, le hicieron “un fraude colosal”.

Esta situación ha dividido al país profundamente, pues el PRD no ceja en sus reclamos de repetir las elecciones presidenciales, con movilizaciones de masas y amenazando con formar “un gobierno paralelo”, propuesta que raya con lo imposible, pues Felipe Calderón ha sido legitimado por la Organización de Estados Americanos y la Comunidad Económica Europea.

Dada la situación, si Felipe Calderón no pone en marcha medidas realmente populares para apuntalar su gestión de gobierno, es muy probable que se genere una explosiva situación social. Son muchos los problemas que tiene México, entre ellos el actual escenario de incertidumbre, como también la creciente emigración ilegal de sus ciudadanos hacia los Estados Unidos, lo que ha creado serias tensiones entre los dos países.

Hay que admitir que cuando la gente emigra, es porque su situación económica no es buena en su país. Entonces se decide por un sueño, en este caso llegar a los Estados Unidos incluso arriesgando la vida.

Hay un dato digno de señalar, que es la vigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante más de 60 años y que al entrar la nación en un proceso democrático, se mantiene en un tercer lugar.

Ese proceso democrático se inició con el presidente Ernesto Zedillo, del PRI, al decidirse que el Jefe de Gobierno del Distrito Federal debería ser electo por el voto universal, no “de dedo” como se acostumbraba anteriormente.

Así las cosas, Cuahtémoc Cárdenas gana abrumadoramente la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, aunque no pudo alcanzar la Presidencia de la República las veces que se postuló, sencillamente porque en 1988 le hicieron un escandaloso fraude.

En la actual coyuntura, al PRI le convendría la agudización de los enfrentamientos entre López Obrador y Felipe Calderón, porque de ese modo se fortalece y cabría la posibilidad de convertirse en una opción electoral de futuro. Entendemos que eso no sería la más conveniente para México en un momento que necesita fortalecer su democracia y sus instituciones.

Otra preocupación que surge es la posibilidad de que haya “mártires” en uno y otro bando, en caso de que la confrontación de ahora se profundice. Si uno examina la historia de México se da cuenta de que podría producirse un peligroso estancamiento en el proceso democrático, que afectaría profundamente su desarrollo y las relaciones con sus vecinos, perdiendo de ese modo su liderazgo como país a la vanguardia de la política y la economía de Centro y Suramérica.

Esto sería un enorme retroceso, no solamente para México sino también para los países latinoamericanos en general, que han tomado como modelo la nación azteca, por su liberalidad en la proporción de ayuda a países más pobres. También en lo relativo a su tradicional Doctrina Estrada, que como principio fundamental “no reconoce a gobiernos surgidos por métodos de fuerza, sin juzgar, ni para bien ni para mal, los gobiernos ni los cambios en el gobierno de otras naciones porque implicaría una intromisión en su soberanía”.

Como se puede apreciar, todo lo que ocurra en México de alguna manera afecta su entorno.

En el caso dominicano, no se debe olvidar que una convulsión en esa gran nación le tocaría directamente en cuanto se refiere al suministro de petróleo, por vía del Acuerdo de San José, cuya vigencia está afectada coyunturalmente provocando la congelación en el financiamiento del 30% de dicha factura.

En vista del delicado proceso político que vive México, los que apreciamos y admiramos ese país solo debemos rogar al Todopoderoso para que ilumine las mentes de sus dirigentes, pero también las de sus seguidores, a fin de que todo se solucione pacíficamente en aras de los principios de justicia y del bien común.

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