La encuesta Gallup

La encuesta Gallup

RAMÓN LEONARDO
La encuesta Gallup-Hoy, de reciente publicación, ha generado un revuelo favorable para la oposición, que encontró en sus resultados asidero para empatalonarse y lazar la voz. Para los menos favorecidos de siempre, los que están arriba, en el gobierno, la encuesta fue recibida con preocupación, otros se hicieron los “chivos locos”, algunos buscaron justificaciones y los más teóricos, explicaciones sociológicas y psicológicas de lo que históricamente perfila la conducta colectiva y el reaccionar de la gente.

El Presidente Fernández, en una reciente visita al Instituto Tecnológico de Massachusetts, explicaba que durante su gobierno anterior el crecimiento económico había sido espectacular y envidiado por muchos otros países; sin embargo, expresó con un dejo de tristeza, en las elecciones siguientes, “el pueblo me echó del poder”.

Razón, agrego yo, crecimiento económico con pobre inversión social. (Y punto).

El Presidente parece no querer aprender de su propia reflexión. Mantiene una preocupación enfermiza por los índices y descuida, con presupuestos reducidos, áreas de inversión social que por más de 40 años han estado descuidadas: salud, educación, vivienda y pobreza en general. Se le olvida que la gobernabilidad que tanto predica se rompe con dos fallos; el primero, violación de los acuerdos y el segundo, resultados no alcanzados. Ambos traen como consecuencia la caída de la representatividad y por lo tanto desconfianza y desesperación; cuando esto sucede, la bomba está por estallar.

Ghandi decía que la pobreza es la peor de las violencias. Día a día, golpe a golpe, en el silencio hacinado de gorduras enfermizas. Esa violencia, Señor Presidente, cuánto duele. La encuesta Gallup presenta a mi entender tres vertientes interesantes: por un lado, la percepción clara y definida de un 61% de la población que “siente” que la economía está mala; no importa que el Banco Central diga que ha crecido un 5.8%, la percepción es que está mala. Así se pierden las elecciones.

Hora para reflexionar. El desarrollo moderno tiene que ser endógeno, equitativo y sustentable. Ninguno de esos preceptos es contemplado por el actual gobierno. Sigue siendo centralista. Injusto e inmediatista.

La segunda vertiente es una advertencia. El rechazo al ex-presidente Mejía sigue en alto, apenas alcanza un 15.8% de aprobación y por ende, el pueblo mantiene la ruptura con el pasado y todavía no olvida la crisis generada por los fraudes bancarios, el terrorismo y los precios del petróleo. Como diría el Presidente Fernández, e’pa’lante que van.

La tercera vertiente está llena de esperanza. La gran mayoría del pueblo que percibe una economía mala o muy mala, cree que mejorará en los próximos años.

Si fuera el Presidente Fernández me sentiría feliz con esta encuesta, porque por un lado me despierta para que corrija a tiempo el curso de mi gobierno y me recuerda, que el poder lo da el pueblo y al pueblo hay que darle de nuevo el poder.

El “poder” tener acceso a un plan familiar de salud que todavía se le niega.

El “poder” tener acceso a un ingreso familiar que dé seguridad y tranquilidad.

El “poder” obtener la educación moderna que lo inserte en el desarrollo de la nación.

El “poder” tener una vivienda digna para su familia.

El “poder” tener una justicia diáfana, rápida y respetable. Donde la impunidad no exista.

El “poder” soñar con un futuro mejor, donde sus hijos e hijas puedan jugar, realizarse y tener la certeza de que hay un gobierno que vela por ellos, no por índices macroeconómicos, sino, por ellos, dominicanos de carne y huesos, razón de ser del Estado y receptores de primer orden de los beneficios de la vida en sociedad.

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