La energía presiona a los políticos en tres direcciones

<p>La energía presiona a los políticos en tres direcciones</p>

Ed Crooks analiza objetivos en conflicto
Durante una década, los consumidores de los países ricos no tuvieron que preocuparse demasiado por cómo venía la luz o cómo sus autos seguían caminando. Entre la expulsión de Saddam Hussein de Kuwait, en 1991, y los primeros años de esta década, la energía era barata, abundante y en gran medida no tomada en cuenta.

Hoy, ese periodo parece un paraíso para tontos. La energía se ha convertido en un problema público, hasta un grado que no se veía desde los años de 1970.

El aumento en la demanda de las economías asiáticas en rápido crecimiento, las tensiones entre Estados Unidos y los países productores de petróleo, una Rusia que resurge, decidida a recuperar su influencia, y un endurecimiento de la certeza sobre la amenaza del cambio creado por el hombre en el clima, han sido recordatorios duros de cuánto los altísimos estilos de vida modernos dependen de los suministros de energía, y en particular, de la combustión de combustibles fósiles.

Los líderes de los negocios y los políticos se están viendo empujados en tres direcciones. Los consumidores quieren que la energía sea barata, confiable, y limpia, y su conocimiento de todos estos requerimientos fue resaltado durante el último año. Muy a menudo, los objetivos entran en conflicto.

La preocupación sobre el costo de la energía subió el año pasado con el precio del petróleo, que tocó un pico de US$78.00 el barril en el verano, cuando la gasolina costó más de US$3.00 el galón en muchos lugares de EEUU. Desde entonces, ha bajado cerca de un tercio, cayendo bastante por debajo de la meta establecida por varios miembros de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo. Ellos quieren US$60.00 el barril por su petróleo, que tradicionalmente cuesta cerca de US$5.00 menos que el Brent o el West Texas Intermediate, los patrones del Reino Unido y EEUU.

La OPEP ha estado tratando de ejercer su influencia, incorporando a Angola, que pronto será el segundo productor de petróleo de África, como el miembro número doce al iniciarse el año, y acordando sus primeros recortes a la producción en más de dos años.

Pero los poderes de la OPEP son débiles comparados con las poderosas fuerzas del clima y los fondos de inversiones globales. Más cálido de lo habitual, el clima en el hemisferio norte ha limitado la demanda del combustible para calefacción y el fuel oil, y las especulaciones sobre un conflicto que se esparza por el Oriente Medio que estimuló a los inversionistas a comprar petróleo el año pasado, han disminuído. Incluyendo los productos refinados, el comercio diario de petróleo en los mercados del mundo es ahora 10 veces el volumen de la producción diaria de crudo. Si los especuladores creen que el petróleo debería bajar, la OPEP podrá hacer muy poco.

En la medida en que el petróleo ha caído, los precios mayoristas del gas natural han descendido en Europa, aunque los consumidores minoristas en general todavía están por ver algún beneficio. En la Unión Europea, la Comisión ha estado presionando por la liberalización radical de los mercados de la energía, para agudizar la competencia y hacer que bajen los precios, al proponer que los campeones nacionales de la energía de los estados miembros se desmembren.

Pero las medidas para abaratar la energía, mientras que son bien recibidas por los consumidores, estimularán su uso y de ahí, la generación de gases de invernadero. Un precio del petróleo en descenso desalentaría las inversiones en fuentes renovables de energía, como los bio-combustibles, y otras reservas de petróleo, como las arenas bituminosas de Canadá. Las políticas para el cambio climático también suelen entrar en conflicto con las políticas para la seguridad energética. La batalla para garantizar suministros de energía está dando forma a la política exterior desde Washington hasta Berlín o Pekín.

Rusia ha incitado a formular las interrogantes más agudas sobre la seguridad energética, con su disposición de utilizar los suministros de petróleo y gas como instrumentos contra Ucrania, Georgia y Bielorrusia.

También en EEUU vuela alto la preocupación sobre la dependencia del país del petróleo importado, en gran parte traído del Oriente Medio. Pero garantizar nuevas fuentes de petróleo y gas, apoya su consumo, y las consecuentes emisiones de gas invernadero.

El informe del gobierno británico sobre los aspectos económicos del cambio climático de sir Nicholas Stern, el ex jefe económico del Banco Mundial, ha tenido un impacto de mayor alcance en cuanto a darle forma al debate sobre el calentamiento global y lo que se puede hacer al respecto. Sir Nicholas fue muy claro en que limitar el cambio climático generado por el hombre tendría un costo, aunque alegó que casi seguro sería menos que el costo de no hacer nada.

Una de las soluciones que respalda es “secuestrar” el carbono: atrapar el dióxido de carbono que sale de las plantas de energía y almacenarlo en el subsuelo. Además de combatir así el cambio climático, podría mejorar la seguridad del suministro al conducir a un empleo mayor del carbón mineral, que se encuentra en muchos de los mayores países consumidores, incluyendo EEUU, China y la India. Pero es probable que este sea una manera significativamente más cara de generar electricidad que los métodos de hoy.

Igualmente, la energía nuclear ayudará a limitar las emisiones de gas de invernadero, y reducir la dependencia de los combustibles fósiles, pero podría no ser barato, dependiendo de con qué criterios de eficiencia se construyan las plantas y se almacenen los desperdicios.

Hay políticas y estrategias que pueden reconciliar estos tres objetivos. Vehículos con un uso del combustible más eficiente pueden reducir la dependencia del petróleo importado, reducir las emisiones de gas, y resultar más baratos en cuanto a su funcionamiento.

Lo mismo ocurre con las viviendas y oficinas, mejor aisladas, y con un uso más racional del combustible. Pero para hacer estos cambios se requiere mucho trabajo detallado, poco “elegante”, y cambios en las costumbres de los consumidores.

Todavía no está claro que los políticos o los empresarios tengan apetito por abordar estos temas.
VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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