La energía eléctrica como desafío

La energía eléctrica como desafío

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
El sector eléctrico dominicano es un desafío extraordinario para este y cualquier otro gobierno. Quiero decir buscar y encontrar una solución a un problema que aqueja a la sociedad dominicana, y de manera particular a su aparato productivo desde hace más de 40 años, prácticamente desde que mataron al jefe.

El Presidente Leonel Fernández lo citó este lunes, en su discurso de rendición de cuentas, como uno de los dos grandes retos o desafíos que enfrenta su gobierno. El otro es la violencia y el narcotráfico.

Tantas son las vueltas que distintos gobiernos le han dado al sector eléctrico dominicano, particularmente desde 1976, que llevarle la cuenta y establecer la cronología es, de por sí, una proeza. Expertos locales y extranjeros, administradores domésticos y asesores externos, adquisición de plantas usadas, reusadas y nuevas; soluciones basadas en agua, en carbón, en combustibles bunker c, plantas simples y de ciclos combinados, uso de gas y capitalización con la participación del sector privado. Todo se ha probado y todo se ha hecho. Y, lamentablemente, para los fines prácticos los progresos han sido muy pocos.

Hay que afirmar, sin embargo, que este del escaso suministro de la energía eléctrica es un gravísimo problema que la sociedad dominicana tiene que resolver. Y fíjese el lector que no digo un problema que el gobierno tiene que resolver. La magnitud de la cuestión es tal y todos estamos tan envueltos en la misma, que la búsqueda de una salida escapa del ámbito del gobierno y tiene, necesariamente, que involucrarnos a todos.

Para el gobierno, claro está, es un reto de primera línea. Así lo ha identificado con muy buen tino el ciudadano Presidente de la República. Porque así es. El gobierno no puede cruzarse de brazos ni puede jugar a la retórica con un asunto tan grave y tan estratégico para el desarrollo socio-económico del país. Pero la ciudadanía debe comprender que la responsabilidad del gobierno es trazar las políticas, procurar que estas sean  justas y equilibradas, y velar porque las mismas se cumplan tal y como fueron concebidas.

Pero el gobierno no puede hacer el trabajo de los generadores. Tampoco puede hacer la labor de las distribuidoras. Y no puede, bajo ninguna circunstancia, asumir el pago que cada familia tiene que hacer por la energía que consume. Estos son tres estamentos claves para el inicio de una búsqueda inteligente y sistemática de solución a la crisis energética de la República Dominicana.

La impresión que se lleva el observador es, por ignorante que sea acerca del tema eléctrico, que sobre la marcha se han ido tomando decisiones que responden a coyunturas y a presiones, perdiendo de vista la gran meta o el gran propósito, que no puede ser otro que suministro estable y relativamente barato de energía.

Incluso, tantas han sido las medidas tomadas sobre la marcha que la capitalización ha terminado desfigurada. Y aunque ha habido algunos ganadores de este juego, los propósitos se han perdido, se han difuminado entre caprichos, decisiones malhumoradas, prejuicios, ausencia de políticas de Estado e insensibilidad.

Ahora la tarea es mayor, las deudas son más altas, el acertijo es más complicado, la generación es incosteable, la distribución es ineficiente y la pérdida de energía es más voluminosa. Pero cinco cuestiones están claras o deben estar claras: 1) el país necesita energía estable y comprable; 2) el Estado no puede continuar con subsidios millonarios cada vez más cuantiosos; 3) las distribuidoras tienen que ser eficientes en cobrar la energía que entregan a sus clientes; 4) los usuarios del servicio tienen que olvidarse de la energía gratis, y 5) los agentes involucrados en el negocio tienen que buscar fórmulas para abaratar una energía cuyo precio está muy por encima de los ingresos promedios de la familia dominicana.

Debemos tener la conciencia de que muchas de las metas loables del gobierno, del sector privado y de las organizaciones que forman el tinglado social se quedarán a medio camino si no le damos el necesario jaque mate a la crisis energética. Este es, pues, un reto que no podemos ni debemos querer evadir. Es, además, un desafío para la inteligencia y la capacidad de acción de los dominicanos.

bavegado@yahoo.com

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