La enfermedad de Leonel

La enfermedad de Leonel

Al fin y al cabo todo se sabe. No hay nada tan oculto u ocultado, tan celosamente guardado, que mejor temprano que tarde se conozca en todas sus vertientes e interioridades.

Es lástima que algo tan natural como una enfermedad se intente mantener oculto como un tesoro que se entierra para que nunca  pueda ser descubierto.

El secretismo es mal consejero porque, insisto, todo siempre se sabe. Lo que varía es el momento en que todo se sepa, pero de que se sabe se sabe.

Alguien  reveló el secreto de Sansón, que muy bien guardado estaba, y al gigante filisteo le fue cortada su melena, la fuente de su poder, por la dulce y traidora Dalila, pasaje que queda en la historia para desdoro de la mujer.

La curiosidad humana es tal, que el mayor valor material de bienes que usa, tiene relación con la profundidad en que la naturaleza los ha guardado y conservado.

Cuentan los sabios de Samarcanda la triste historia del gobernante que aprendió a decir mentiras. Sus gobernados comenzaron a dudar de él antes de que descubrieran toda la verdad.

Nunca se sabía si el hombre hablaba en serio o si hablaba en broma, si decía la verdad o si faltaba a la verdad, lo que mantenía a todos confundidos.

Lo peor es que el gobernante había inoculado su corte con el terrible y desgraciado virus de la mentira, de tal modo que el pueblo decía que la palabra de ellos, gobernantes y seguidores cercanos, no valía lo que una guayaba podrida.

Nunca se supo, en aquellos tiempos, si era una táctica del gobernante que hizo correr falsos rumores de todos sus adversarios.

Palabras apocalípticas se mezclaban con afirmaciones falsas y lograban sembrar dudas en muchos espíritus débiles.

Entonces fue cuando la situación comenzó a preocupar a la gente que era capaz de ver el indeciso vuelo de un mime, aquellos que sabían cuándo el camaleón se disponía a cambiar de color.

Primero se dijo que Hipólito tenía una enfermedad catastrófica, lo cual sólo cabe en la mente de gente baja, capaz de realizar los trabajos sucios que se preparan en el Ayuntamiento y en los alrededores de la casa Haché.

Luego inventaron e hicieron publicar aquello que Hipólito no dijo sobre Reinaldo Pared.

Se espera que, como una tormenta de maldiciones, continúe la campaña sucia contra el presidente Hipólito Mejía.

Pero pueden asegurar que de parte de la Candidatura de Hipólito no vamos a inventar una enfermedad para Leonel Fernández.

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