La envidia: cáncer que corroe

La envidia: cáncer que corroe

Virginia Pardilla.

Si hay un sentimiento destructivo parecido al odio, es la envidia; lamentablemente es común y casi todas las personas la sienten en algún momento de su vida, aunque no en el mismo grado y forma. Hay niveles de envidia que pueden generar conductas verdaderamente tóxicas en la vida de la persona que la siente, por ende, la importancia de aprender a identificar y manejar este sentimiento tan dañino.

La envidia es un sentimiento o emoción que refiere a la evaluación social; en éste, existe dolor, es un sentimiento colmado de rencor, tristeza, incomodidad y, en fin, un malestar emocional significativo; se experimenta cuando otra persona posee algo que el envidioso no tiene, puede ser: bienes materiales, características físicas, emocionales o intelectuales, relaciones personales, virtudes. En pocas palabras “sufrir por lo que otro tiene”. Sin embargo, es una distorsión, ya que por lo general se sobrevalora el objeto de envidia, se le atribuyen significados especiales e impide que la persona que siente envidia reconozca sus propias cualidades.

Es un sentimiento que también acarrea consecuencias negativas a quien es objeto de éste, pues quien siente envidia por lo generar es una persona tóxica, y su vida puede ser incluso un desastre si deja calar este sentimiento, pues el mismo puede eclipsar las emociones positivas y las virtudes que esta persona podría tener si no fuera por la envidia.

A menudo, sentir envidia viene acompañado de obsesiones, ya que puede llegar al extremo de centrarse en la otra persona y no en sí mismo. Las personas que sienten envidia, tienden a ser débiles de espíritu, perezosos, no experimentan el impulso de esforzarse y sacrificarse, ya que éste se apaga; se conforman con la vida que llevan y cuando alguien les da una buena noticia y/o está contento, el envidioso tratar de robarle esta felicidad. De igual modo, cuando los demás alcanzan sus sueños y/o objetivos, el envidioso piensa que fue pura casualidad, pues es Incapaz de reconocer los atributos y el empeño que le ganó logros a la otra persona, ya que incluso experimentan el éxito de los demás como una herida, por eso no es de extrañar que siempre esté amargado y desee arrebatar la felicidad ajena.

En cambio, cuando algo genera malos resultados en la vida de otros o ve que alguien comete un error, la persona avasallada por la envidia lamentablemente se alegra e incluso siente satisfacción; este es un estado de vida apagado y triste, en el que llega anhelarse la caída de los que escalan con esfuerzo. En situaciones extremas, pueden incluso llegar a accionar con la envidia como impulso, llevando a cabo conductas concretas para destruir lo que otro ha logrado.

Según Napoleón, la envidia es una declaración de inferioridad, mientras que Aristóteles dijo: “la envidia es la prosperidad de los otros”. Para la mayoría de los psicólogos, es un producto de la baja autoestima, y de la comparación compulsiva con los demás; es, además, fruto de no conocerse a sí mismo, pues la persona que siente envidia no identifica sus propias oportunidades y fortalezas, sus propias virtudes por pulir y su propia luz, por esto, la envidia es a la vez causa y fruto de infelicidad. Aunque estas personas puedan parecer seguras de sí mismas, en realidad, esta falsa seguridad realmente se trata de una personalidad egocéntrica, llena de miedos y contradicciones.

En algunos momentos, estas personas pueden llegar a mostrarse abiertas y con gestos de admiración; lo que de común se considera “envidia sana”, pues hay niveles de envidia en los que este sentimiento puede ocultarse.

Si la envidia es reconocida y expresada, si la persona hace un proceso de perdón hacia sí mismo, y hace la pace con sus defectos, mientras sus virtudes empiezan a ser notables para sí mismo, entonces este sentimiento tan deprimente puede llegar a ser controlado en primer lugar, y finalmente superado.

Cómo podemos hacer frente a las personas envidiosas:

El que te envidia tiene complejo de inferioridad, por lo cual hay que tener un poco de compasión.
Debemos definir si la persona que nos envidia nos importa o no. Si el vínculo con esta persona nunca ha sido significativo, entonces lo mejor es que lo ignores e intentes evadir sus falsos intentos para relacionarse contigo. Sé discreto delante de esta persona y evita que esté presente en las celebraciones de tus logros, ya que la envidia puede aumentar y llegar a ser incontrolable, lo cual muchas veces degenera al otro hasta la posición de rival y puede llevarlo al asesinato fisco o emocional de la persona envidiada.

Cómo se puede superar ser un envidioso:

Aprende a vivir y disfrutar lo que quieres y tienes. Desempolva tus fortalezas, ten en cuenta que no viniste al mundo desprovisto de la capacidad para cultivar grandes virtudes.
Reconoce que los logros de los demás requieren sacrificios y esfuerzos, y que tú puedes tener tus propias metas, las cuales puedes lograr con enfoque y empeño.

Reconoce lo mal que te hace sentir esta emoción tan negativa. Acéptate con tus fortalezas y debilidades, ya que ninguna debilidad es tan grande como avasallar tus cualidades, a menos que permitas que se conviertan en sentimientos dañinos.

Aprende a disfrutar tu vida, acércate a personas o grupo de personas que puedan ayudarte a sanar tu historia, ya que ser feliz y exitoso tiene más relación con la salud emocional y espiritual que con grandes hazañas.

Aprende a vivir y disfrutar lo que quieres y tienes. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL , Twiter: @SVirginiaP Instagram: @Virginiapardilla279 Twiter: @MLC_Schoolrd.