La Epifanía del Señor

<p>La Epifanía del Señor</p>

POR LEONOR ASILIS
Celebramos un gran acontecimiento: unos hombres sabios –la tradición dice que eran reyes de Oriente– se postran ante un niño, después de preguntar en Jerusalén: ¿dónde está el nacido rey de los judíos?

Es la Epifanía. La manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo.

Mientras ni Herodes, ni los rabinos, ni aún el pueblo lo reciben ni aceptan, sí lo hacen los gentiles, los que venían de lejos. Así se demuestra que la salvación es universal y no exclusiva como algunos grupos religiosos creen.

Como dicen las escrituras, estos reyes, contemplaron y adoraron al niño, y abriendo sus tesoros le ofrecieron sus dones. El Señor sabe que dar es propio de enamorados, y Él mismo nos señala lo que desea de nosotros. No le importan nuestras riquezas materiales si es que las tenemos, porque todo eso es suyo; quiere algo más importante, mejor dicho lo único importante, con absoluta libertad: quiere nuestro corazón. No anda buscando cosas nuestras, repito: nos quiere a nosotros mismos.

En esta fiesta de la Epifanía, celebramos el que nuestro Señor nos convoque a todos los hombres, para que vayamos a su encuentro, le entreguemos nuestros corazones y sea el Rey de nuestras vidas. No llama sólo a los Reyes de Oriente, que eran sabios y poderosos; antes había enviado a los pastores de Belén. Es decir, que ya seamos pobres o ricos, sabios o menos sabios, deberemos disponer nuestras almas para escuchar su voz y seguirle, teniendo muy presente que encontramos al Rey de la gloria en la humildad del pesebre.

Leonor.asilis@verizon.net.do

Publicaciones Relacionadas

Más leídas