El plátano dominicano tuvo una página dorada en el Mercado de Miami, New York y Puerto Rico durante varios decenios, llegando a ser la referencia para otros países productores que intentaban compartir esos mercados.
Nuestro legendario plátano barahonero, de calibre y textura inigualables, excelente para nuestro tradicional mangú e irremplazable para los tostones, adquirió fama y se apoderó de manera preferencial de esos exigentes mercados. Por años fue cultivada otra variedad que cubrió el Cibao Central y parte de la Línea Noroeste con excelentes resultados y con calibre y cualidades cercanos al Macho Barahonero. Conocida como Macho por Hembra, en sus dos modalidades de pseudotallo verde o morado, este cultivar produce más unidades que el plátano barahonero y en condiciones bajo irrigación su calidad es de primera.
La situación del plátano dominicano cambia con la presencia en el país de la sigatoka negra, la cual fue detectada a principios de los años 90 en los alrededores de Mao-Valverde y luego se distribuyó en toda la geografía nacional. En aquellos momentos, los productores y técnicos carecían de la experiencia en el manejo de esta enfermedad, generando importantes mermas a la producción de este alimento y sobre todo reduciendo la calidad y el calibre de los frutos. Para ese entonces existían datos económicos y prácticas de control generadas en otros países que mostraban que era posible producir banano rentable aún con presencia de sigatoka negra. También se sabía que la enfermedad causaría menos daños en zonas de bajo régimen de lluvias, proporcionando amplias ventajas a los cultivadores de zonas secas bajo riego frente a aquellos productores de zonas de secano, dotados de lluvias a lo largo del año.
Estas condiciones favorecieron el desarrollo del cultivo del banano con bajo uso de insumos y nos convirtieron en el principal exportador de banano orgánico del mundo. Estas situaciones dieron como resultado la ampliación de los cultivos de banano en las zonas secas bajo riego y redujeron drásticamente la superficie plantada de plátano en esas zonas, al tiempo que la producción de plátano en zonas lluviosas veía decaer su calidad y sus niveles de producción. Esto a su vez se tradujo en una salida de nuestro plátano de los mercados exportadores, hoy en día ocupados por Colombia, Ecuador, Costa Rica y Honduras principalmente.
En la actualidad existen condiciones altamente favorables para la recuperación de nuestros mercados de exportación, pues contamos con información de cultivo, variedades aptas, tierras aptas disponibles, zonas de irrigación para producción segura y de alta calidad, tecnologías probadas para producción orgánica, protocolos depurados para la producción convencional y lo más importante aún, disponemos de facilidades para la propagación acelerada de material de siembra con capacidad para hacer frente a un amplio plan nacional de recuperación de esos mercados de exportación. La incorporación de unas 20,000 tareas en un periodo de 5 años genera un mercado al cabo del proyecto de unos US$100 millones por año, proporcionando fruta no exportable para el mercado interno y planes sociales por un monto de 5,000 toneladas de frutas cada año. Un proyecto de esta magnitud suministra trabajo de manera directa para unas 10,000 personas e impacta de manera positiva el ingreso rural y las condiciones de vida de muchos pobladores rurales.
Las variedades comercializadas en la actualidad responden a los nombres de Curare, Dominico Harton, Cuerno y Barraganete. Algunas se encuentran en nuestro país o muy similares a ellas. Otros tipos, como la variedad FHIA 20 poseen rasgos que pudieran interesar los mercados exportadores por su fruta similar a algunas de las hoy exportadas, pero con la ventaja de tener buenos niveles de tolerancia a la sigatoka negra. Nuestros tipos locales de Macho Barahonero, Macho ¾, y Macho por Hembra en sus dos versiones de pseudotallos han mostrado un vigor inusual al ser reproducidas libres de enfermedades y problemas vasculares mediante la técnica del cultivo in vitro.
En pocas palabras disponemos de un buen arsenal de opciones y oportunidades para participar de los mercados de exportación.
Al lado de todo esto hemos avanzado discretamente en las técnicas de propagación para musáceas, contando con protocolos únicos para la reproducción segura y eficiente de esos plátanos, cosa que hasta hace poco era el dolor de cabeza de los laboratorios que se dedican a estos asuntos.
Grandes posibilidades de recuperar mercados, tierra y agua disponibles, impacto económico, generación de divisas, altas tecnologías disponibles, amplio impacto social, generación de empleo y bienestar rural, alta tasa de retorno, impacto ambiental mínimo, incorporación a la actividad económica a miles de dominicanos, esto y mucho más son de los aportes que el desarrollo de la actividad platanera puede producir a la economía nacional sumándose a los aportes de otras actividades fuera y dentro del sector agrícola.