La escondida verdad migratoria

La escondida verdad migratoria

JOSÉ B. GAUTIER
En 1966 mediante un grosero acuerdo político bajo la mesa, en el cual sobresalió la sumisión total al poder de las tropas de ocupación militar norteamericana entonces en el país, se selló el destino de la nación dominicana como receptora de una masiva migración haitiana con la firma entre los presidentes Joaquín Balaguer y Francois Duvalier de un inmoral y corrupto tratado de contratación en Haití y su traslado a territorio dominicano de miles de jornaleros haitianos durante cinco años consecutivos para ser asentados en tierras propiedad del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) con la aprobación de un Congreso Nacional servil y obediente.

Como la represión política desatada durante los autoritarios gobiernos de los doce años de Joaquín Balaguer junto a sus acólitos agraristas y comunistas fue tan bárbara y criminal, apenas la gente tuvo suficiente tiempo para pensar y reflexionar sobre esta modalidad migratoria consensuada en tierras del Estado y medir sus consecuencias.

Esta nefasta política migratoria antinacional satisfacía con creces las demandas del poder imperialista norteamericano a favor de obtener en nuestro territorio un espacio vital como «destino manifiesto» del pueblo haitiano, a la vez que garantizaba las ambiciones políticas continuistas de Joaquín Balaguer y frenaba los designios desbordados de fuerzas nacionales agraristas y comunistas. ¡Pobre Mamá Tingó burlada y sacrificada!

Hoy, en un país como el nuestro, cuarenta años después, donde la mayoría de fuerza laboral activa permanece inactiva, sentada, desempleada, sus integrantes con los brazos cruzados y los pocos que trabajan ganando sueldos de miseria que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas,- manutención, salud, educación, vivienda, diversión, servicios públicos (electricidad, agua, basura, transporte).

Donde la mayoría de las tierras agrícolas permanecen baldías, improductivas, yermas por falta de rentabilidad, sin la protección gubernamental, sin subsidios a sus productores, ni protección a sus trabajadores, los que son obligados a subsistir compitiendo a nivel productivo de agricultura de conuco en un mercado de «libre comercio» saturado de productos agrícolas e industriales extranjeros con técnicas modernas de producción de primera, subsidiados por sus gobiernos de origen.

El Estado dominicano, amarrado a los intereses extranjeros ya convertido en deudor moroso por la presión de sus prestamistas y de una Iglesia Católica interesada en repetir los métodos inquisitoriales para establecer la fe cristiana,- se da el lujo de permitir la residencia ilegal en el país, además de continuar la importación anual, de cientos de miles de trabajadores haitianos indocumentados para que compitan con los trabajadores dominicanos desempleados, realizando labores en las instituciones gubernamentales, en las obras publicas, en la construcciones municipales y en el sector privado de la construcción, de la agro industria, en zonas francas y el turismo.

¿Puede llamar intolerante la Iglesia Católica, sus miembros élite de la Conferencia del Episcopado Dominicano,- a un pueblo dominicano indefenso sometido por años a esa bárbara política laboral de sustitución de empleos de dominicanos por haitianos residentes ilegales en el país? ¡Hace tiempo que estos maltratados trabajadores dominicanos debieron iniciar una Cruzada, como la que hicieron los cristianos para expulsar a los moros de Jerusalén para sacar a los haitianos de sus tierras y empleos, y liberarse de sus explotadores tradicionales materiales y espirituales!

Ahora vivimos los dominicanos dentro de un estado de derecho donde las ideas pueden ser discutidas y defendidas en libertad sin temor a sufrir las represalias de algún poder político absolutista, continuista y corrompido.

¿Qué es lo que se va a dialogar,- asistido de algún honorable representante samaritano norteamericano, su país ejemplar empleador de los «espaldas mojadas» mejicanos, entre gobiernos corruptos a ambos lados de la frontera y sacerdotes desfasados con doctrinas religiosas fosilizadas sobre migración que viven como sanguijuelas en simbiosis con la pobreza descarnada y que propician con su envenenado dialogo de buena convivencia,- no entre dos países vecinos soberanos, sino entre ocupantes y ocupados,- la entrega de las fuentes de trabajo dominicanas para disfrute de emigrantes haitianos radicados ilegalmente en el país? ¿Negociar la rendición de la soberanía nacional para satisfacer la encíclica papal sobre migración?

¡Esta fue la tesis prevaleciente en las misiones jesuitas en la América continental para la propagación de la fe católica entre indígenas esclavizados y misioneros evangelizadores dueños de las tierras conquistadas! ¡Solo después de esperar quinientos años de la llegada de las misiones jesuitas a Bolivia, surge un Evo Morales como gobernante indígena!

Con el milagro de la Internet y de las comunicaciones cibernéticas, cualquier persona, sin mucho esfuerzo, se entera de los acontecimientos mundiales casi antes de que sucedan. En esta sociedad globalizada la censura, la mordaza, el ocultamiento quedaron atrás. Para ser dictador ahora en este país nuestro hay que destruir todas las computadoras como Hitler quemó todos los libros en la Alemania Nazi.

¿No es una pared o muro que va a construir los Estados Unidos de América a lo largo de su frontera con México, para evitar la masiva migración ilegal de trabajadores mejicanos y a castigar con elevadas multas a los empleadores que violen las leyes de trabajo? ¿Es en la Santa Sede que van a dialogar las autoridades de Washington para hacer cumplir sus leyes migratorias? ¿Por qué no dialogamos la migración haitiana a la República Dominicana, sin la intervención de sotanas, usando el mismo principio de no intervención en los asuntos internos del país que usan las autoridades norteamericanas?

¿Por qué estos religiosos católicos entrometidos en asuntos políticos, que pretenden fundir el Estado con la Iglesia, suplantando a las legítimas autoridades gubernamentales electas por el pueblo dominicano mediante el sufragio, no se dedican a mejorar la imagen moral y espiritual de sus miembros falsificadores de documentos y violadores de menores?

El dominicano que quiera vivir encadenado a su ignorancia, que Dios lo bendiga. Pero esos que quieran salir del obscurantismo, conocer la verdad, que pregunten, ¿A quiénes favorece el mito de la dependencia en la mano de obra haitiana?

¡Ya llego la hora de mezclar el Padre Nuestro con piedras, para no dejarse morder por los perros rabiosos!

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