La escuela

La escuela

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El problema de la escuela es múltiple y se presta a confusión cuando se intenta resolver sin un previo y ponderado estudio de los distintos factores que confluyen en ella.
Lo más importante a determinar es: educar ¿para qué?

Usualmente confundimos educación con mal enseñar a leer, escribir y a que el alumno conozca las cuatro reglas: sumar, restar, dividir y multiplicar.

Después se trata el alumno como si fuera un embutido que se rellena con cuanta porquería aparece en un pensum que parece pensado para el siglo 14 antes de Cristo, ¡por Dios!

No hay nada tan aburrido como una escuela en la cual el educador carece de la fibra necesaria para ejercer profesión tan dignificante.

La escuela hay que convertirla en un desafío para que los estudiantes sean enseñados a jugar con las ideas, profundicen en el conocimiento de los temas que van a enfrentar más adelante en sus estudios y en la vida.

Apena ver que año tras año se habla de que faltan nadie sabe cuántas aulas, asientos, bombillas y otros asuntos materiales, mientras aparentemente falta por determinar qué se persigue en la escuela, luego de que un niño es enseñado a leer y escribir y conoce las cuatro reglas citadas antes.

¿Cómo se despierta en el niño el amor al conocimiento? ¿Cuáles conocimientos queremos que posean? ¿De cuáles instrumentos vamos a dotar el niño para que piense? ¿En qué debe pensar? ¿Hacia dónde lo queremos llevar? ¿Se le enseña un método para pensar? ¿Aprenderá en la escuela a usar herramientas tan aparentemente sencillas como qué quién, cuándo, cómo, dónde y por qué?

¿Se enseña a los niños a investigar? ¿Se les enseña el orden alfabético, que no es lo mismo que el alfabeto? Haga la prueba con infinidad de gente que no es capaz de buscar un número en la guía telefónica.

La escuela debe ser un instrumento de desarrollo para la personalidad de cada niño que concurre a ella.

La escuela no debe ser un lugar en la cual un docente ladra de memoria unas clases, ordena copiar trozos de un libro y trata de imponer una disciplina de carcelero.

La escuela debe tener un programa de estudios lo suficientemente atractivo e inteligente como para que los alumnos quieran estudiar.

Actualmente la escuela es tan aburrida que en la secundaria se repiten las mismas materias de la primaria, pero con una supuesta mayor profundidad.

Se pierde el tiempo y el dinero y se aburre al estudiante de modo tal que la deserción escolar es altísima, se enseñan disciplinas y datos que nunca serán utilizados en ninguna profesión.

Ello, en detrimento de la verdadera enseñanza: la que provee al alumno de conocimientos y herramientas para pensar y trabajar..

Los maestros deben estar dotados de condiciones que les permitan convertirse en los líderes de cada curso.

El profesional de hoy es la persona que sabe en qué lugar están los datos que necesita consultar, cuando se le presenta un problema cuya solución no es inmediata.

Pero ese profesional debe tener una zapata, unos datos básicos que le permitan saber que delante de p y b se escribe m, para que no escriba conprende o conbate.

Andamos perdidos. La zapata de la educación nacional está basada en un terreno poroso del cual no se hicieron los estudios antes de fabricar el edificio. Por eso hace agua a cada momento y se hunden secciones del piso.

Hay que trabajar para que la educación sea suficientemente atractiva para que los niños quieran estudiar y los jóvenes completen el bachillerato.

Ello, mientras se contesta a la pregunta: educar ¿para qué?

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