La  escurridiza chispa de la recuperación económica

La  escurridiza chispa de la recuperación económica

Chris Giles
Este año no se ha ido sólo en planear. Los legisladores pensaron que, habiendo prevenido la implosión económica del 2008, por el momento estarían planeando una salida de medida de emergencia antes que preocupándose por el aumento de la demanda.

Pero la data reciente indica que la recuperación global se está frenando luego de observar una recuperación inicialmente rápida. La producción en occidente está todavía bastante por debajo de las tendencias anteriores al 2008. El alto desempleo en E.U. está arruinando las vidas y agriando las políticas.

En mayo, Europa casi evitó provocar una segunda crisis mundial cuando sus grandes economías quedaron de acuerdo sobre un fondo de rescate para Grecia y otros países que estaban altamente endeudados y en riesgo de quiebra soberana. Por primera vez Japón ha intervenido en los mercados de divisas en seis años con el propósito de impedir que la depreciación del yen afecte sus exportaciones.

Esto ha suscitado oscuras conversaciones sobre la “guerra global de divisas”. Charles Dallara, director de gestión del Instituto de Finanzas Internacionales, en representación de los mayores bancos mundiales, ve el mundo aproximándose a un momento tan crítico como la profundidad de la recesión global a principios del 2009. “Se necesita acción urgente para detener la inquietante tendencia hacia movimientos unilaterales en la macroeconomía, el comercio y las emisiones de divisas”,  manifestó esta semana.

No es una situación prometedora para la reunión anual de los ministros financieros y banqueros centrales en Washington. La pregunta es si las medidas adicionales son necesarias, y si es así, ¿qué herramientas quedan en existencia para promover un más rápido el crecimiento?

La política monetaria.   Es el uso de los poderes de las autoridades de los mercados financieros para influenciar las tasas de interés y la relativa solicitud de tomar prestado, gasto y ahorros.

La política monetaria principal es la herramienta estándar usada para mantener tan cercanamente sujeto como sea posible un nivel de producción sostenible de la economía.

Si las tasas de interés son muy altas, el gasto caerá y dejará personas desempleadas y las maquinarias inactivas. Las compañías en los mercados competitivos luego reducirán los precios y los empleados aceptarán salarios más bajos, lo cual puede conducir a la deflación, una caída generalizada en los precios.

Recortar las tasas reduce el retorno sobre los ahorros y el costo de los préstamos, motivando a las familias y compañías a gastar más hoy y a aumentar la producción económica. Pero, si el estímulo adicional se necesita aún cuando las tasas de interés están ya cerca de cero, como en las economías avanzadas, los legisladores no tienen más alternativa, más que valerse de herramientas poco ortodoxas de la política monetaria.

Por ejemplo, el alivio cuantitativo implica que el banco central cree dinero adicional y lo use para comprar activos, tales como bonos del gobierno. Sólo los bancos centrales pueden hacer esto ya que sólo ellos tienen el poder de crear y de destruir el dinero.

Con la provisión de enorme demanda adicional para los activos, tales como los bonos gubernamentales, el alivio cuantitativo puede aumentar su precio y por lo tanto disminuir el costo de interés de los préstamos a largo plazo. El objetivo es estimular la inversión y el gasto en el presente.

En un discurso de agosto dirigido a los banqueros centrales en Jackson Hole, Wyoming, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, colocó en el tope de su lista de opciones políticas disponibles un segundo recurso para alivio cuantitativo o QE2. “Yo creo que las compras adicionales de valores a largo plazo, en caso de que el comité federal de mercado abierto elija asumirlos, serían efectivos en las condiciones financieras de alivio”, dijo.

El compromiso de no aumentar las tasas de interés a corto plazo se dice que, por dos años, podría tener efectos similares al QE. Este podría también reducir las tasas a largo plazo debido a que las compañías y familias sabrían que las tasas oficiales no subirían por un periodo determinado, y podrían entonces planear gastar más ahora en conocimiento de que las tasas se quedarían bajas por largo tiempo.

En la práctica el primero en salir de la trampa es Japón, que simbólicamente bajó su ya minúscula tasa de interés desde un 0.1% hasta un rango entre 0 y 0.1%. Conjuntamente, Tokio anunció que estaba considerando un programa de QE de Y5,000 millardos (US$59.7 millardos) con la intención de comprar una combinación de bonos gubernamentales y activos del sector privado. La Fed de E.U. ha indicado que el QE2 está en agenda para su reunión de políticas de noviembre. Están creciendo las expectativas de que el Banco de Inglaterra también está inclinándose en esta dirección.

El problema es que nadie está seguro de cómo o cuánto funcionan el alivio cuantitativo y otras políticas monetarias poco ortodoxas. Pero, es posible que, mientras las tasas de interés a largo plazo lleguen a bajas históricas, el disparo adicional para cada dólar se reducirá. Si las compañías, bancos y familias desean mantener su efectivo porque esperan que los precios bajen y la economía quede débil, bombear más en la economía tendrá poco o ningún efecto. John Maynard Keynes describió esta posición como una trampa de liquidez, donde la política monetaria se vuelve inefectiva en estimular adicionalmente la demanda.

La política fiscal.   Prevista para aumentar la producción y la inflación, aunque sea indirectamente, recortando los impuestos para motivar a las familias y compañías a gastar más, o directamente si el gobierno presta para aumentar su gasto público.

Por casi 40 años el principio ha sido visto como una buena política fiscal para implementar las finanzas públicas con niveles sostenibles de deuda pública de forma que una generación no pase a la próxima la carga de servicios financieros gubernamentales. La gran experiencia ha enseñado a los legisladores a evitar fiscalizar y gastar para afectar la demanda cuando fue difícil hacerlo oportunamente, a menudo crea consecuencias imprevistas, y resulta en una tendencia hacia déficits más altos que nunca, y además aumenta la deuda gubernamental. Pero, como dijo Adam Posen del comité de política monetaria del Banco de Inglaterra, la semana pasada, cuando hay dudas para la efectividad de la política monetaria debido a que las compañías y familias son incapaces de tomar riesgos y pensar que los precios bajarán, “ese es el momento para un estímulo fiscal adicional, y la política monetaria puede apoyar tales medidas”. 

En la práctica, para luchar contra la crisis, las economías avanzadas acordaron en el 2009 aumentar el gasto público o reducir los impuestos por un 2% del ingreso nacional. Ese estímulo temporal fue visto como efectivo pero ahora se está agotando. Gran Bretaña ha elegido constreñir la política fiscal en el 2010 y la mayoría hará lo mismo  del 2011 en adelante para reducir los déficits.

El problema es que una combinación de la política fiscal y monetaria podría funcionar, al menos para vencer la deflación. Si las autoridades imprimen o crean suficientes cantidades de dinero y los gobiernos lo usan aunque sea para bajar los impuestos o aumentar el gasto, el valor de ese dinero caerá. Pero ningún país todavía está en la etapa de imprimir dinero para ser expedido a su gobierno.

De los gobiernos que todavía pueden usar la política fiscal, como Alemania y Gran Bretaña, insisten en que la reducción de déficit debe venir primero. Los republicanos en el Congreso bloquearán cualquier estímulo fiscal previsto por la administración de E.U. Actualmente, los implacables políticos bipartidistas amenazan con prevenir cualquier extensión de la reducción fiscal del anterior presidente George W. Bush del año 2000. Otros países no gozan del lujo de tener espacio para maniobrar sobre la política fiscal. Muy alarmantes son los aumentos proyectados en la deuda gubernamental que los inversionistas no son capaces de prestar a Grecia, España, Irlanda o Portugal para que tomen medidas de estímulo adicional.

Políticas  tasa de cambio.   Reducir el valor de la moneda del país reduce el precio de sus exportaciones en los mercados extranjeros y permite que sus propios productores compitan en términos más favorables contra las importaciones. Ambos incrementan el gasto local y propulsan la economía.

El principio, si un país tiene un gran déficit comercial, como también la demanda de suministro en decadencia, es que una tasa de cambio más baja sea la herramienta correcta para impulsar la demanda y reequilibrar la economía hacia la producción local.

La realineación de las tasas de cambio globales involucraría una depreciación de las monedas, tales como el dólar, respaldado por países con grandes déficits comerciales; y la apreciación de monedas, tales como el renminbi, el yen y aquellas de países exportadores de petróleo, con grandes superávits. Para reequilibrar desde la exportación hasta el consumo local, los países con superávits podrían simultáneamente mantener la demanda en casa mientras se incrementan las importaciones de los países con déficits.

En la práctica manejar las tasas de cambio no ha sido parte del orden económico mundial por casi 40 años. Pero Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, dijo esta semana: “Los desequilibrios monetarios ponen en riesgo todas las economías, la pregunta de un nuevo sistema monetario está sobre la mesa”. En las semanas recientes, E.U. ha presionado a China para que permita que su tasa de cambio aumente más rápido sin mucho éxito. Mientras tanto, Japón, Brasil, Corea del Sur y Suiza, han intervenido para deprimir sus monedas.

El problema, mientras todos los países pueden parecer presentar su salida del problema, es que todos no pueden realizar una devaluación al mismo tiempo y tampoco pueden escaparse a la luna. El escenario benigno del reequilibrio global fue una esperanza perenne en la pasada década, pero nunca ha llegado ni cerca de ser cumplida. En cambio, los países con superávits, China en particular, han buscado prevenir una apreciación de la moneda u otros movimientos que promoverían tal reequilibrio por comprar billones de activos en dólares.

Hacer nada.   Ésta es la opción preferida de muchas de las voces importantes dentro del debate económico global. Refleja la visión de que las medidas adicionales son innecesarias o posiblemente perjudiciales.

Las principales luminarias, como Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, insisten en que las economías mundiales lo están haciendo mejor de lo esperado. Él espera que la recuperación “proceda a un ritmo moderado, con una positiva velocidad subyacente”. Él dijo al Parlamento Europeo la semana pasada, que cualquier “incertidumbre que quede” no era suficiente para considerar las medidas adicionales, mientras las “expectativas de inflación quedan firmemente sujetas a nuestra propia definición de estabilidad de precio”.

Similarmente, Charles Plosser, presidente de la Reserva Federal de Filadelfia, insistió la semana pasada en que E.U. estaba en “vacaciones de verano”, pero con una perspectiva de crecimiento moderado. “No debemos sobre-reaccionar a una data que puede ser volátil y que puede ser revisada en tiempo extra”.

El no hacer nada provoca el temor de que la estimulación de la demanda simplemente pone en riego de aumentar la inflación. Andrew Sentance, del comité de política monetaria, argumenta que con la inflación de Reino Unido persistentemente por encima de su objetivo de 2%, la credibilidad del compromiso de MPC de mantener la inflación en riesgo está siendo minada”.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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