La espera desesperante

La espera desesperante

Este diario no pretende que las autoridades hagan un milagro para resolver de un tris la situación de los damnificados del lago Enriquillo. Aspira, a lo sumo, que las autoridades calibren  la gravedad de la situación que atraviesan estas familias productoras agropecuarias cuyos predios han quedado bajo las aguas. Hace seis meses el Gobierno prometió reubicar a esas familias, y aunque no se puede negar que se trabaja en ello, la verdad es que  se hace a cuentagotas mientras el lago se expande cada vez más.

Para la gente que lo perdió todo -siembra, ganado y vivienda, entre otras cosas- la espera resulta desesperante. Esto debe ser tomado en cuenta por las autoridades para imprimirle más celeridad a los trabajos de acondicionamiento de terrenos para el asentamiento de los damnificados. La gravedad de la catástrofe bien justificaría una declaración de emergencia y, por vía de consecuencia, más premura en los trabajos de mitigación.

Sumergida bajo las aguas del lago Enriquillo está la economía de todas las familias que han quedado sin nada. Ahora no tienen de qué vivir y su porvenir se tiñe de desesperanza. La marcha lenta de la reubicación resulta deprimente. En términos sociales es una situación bastante grave. Sin milagros ni varita mágica, el Gobierno tiene que acelerar su respuesta ante el desastre.

Una decisión alentadora

El  procurador general Radhamés Jiménez Peña dispuso que personal bajo su dependencia investigue los hechos de violencia que en Salcedo han dejado un balance de tres muertos y varios heridos. Es una decisión alentadora en momentos en que se reportan actos de uso excesivo de la fuerza de parte de las autoridades. Por lo general, las muertes en protestas quedan impunes, como suele ocurrir con las que se producen al fragor de las campañas políticas.

La investigación ordenada por el procurador debe llegar a la verdad de las circunstancias en que han resultado muertas y heridas estas personas y los actos de abuso atribuidos a la fuerza pública. Los sucesos violentos de Salcedo se han prolongado más de lo razonable, y todo porque la autoridad solo se ha limitado a medir fuerzas con los manifestantes. La investigación de estos actos debe rendir resultados creíbles y acarrear consecuencias para los responsables.

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