La espera

La espera<BR>

Un reputado profesional mexicano, que reside y ejerce en el país, me relató algo que le ocurrió en su patria, una noche en que ingería bebidas alcohólicas con un par de amigos en un restaurante.

Cuando el líquido etílico comenzaba a hacer sus efectos, decidieron llamar a tres amigas que no eran propiamente prostitutas, pero que no eran egoístas con sus anatomías frente a los representantes del sexo opuesto.

Mediante la vía telefónica las citaron para una hora determinada en un motel de las afueras de la capital azteca.

En vista de que no llevaban dinero abundante en sus bolsillos, decidieron abandonar el restaurante un par de horas antes de la fijada para el encuentro con las féminas.

Para atenuar la ansiedad recorrieron sin rumbo fijo varias calles, hablando acerca de los placeres que disfrutarían cuando forcejearan con sus compañeras, sobre los lechos de un lugar que a veces se alquilaba para dormir.

Cansados del trajinar peripatético, tomaron un autobús, y llegaron al motel, ocupando una de las salas de espera, faltando unos cuarenta minutos para la llegada de las jóvenes de elevada putemia.

En medio de cuentos color escarlata, provocadores de carcajadas, transcurrió una media hora, frente a la mirada curiosa del encargado de la recepción, un individuo de elevada  estatura y recia contextura física.    A los tres jóvenes les extrañó la fijeza con la que eran observados por el empleado, pero consideraron que debía ser algo normal en un negocio de esa índole.

De pronto el corpulento recepcionista se dirigió hacia ellos, deteniéndose a escasos metros, y con las manos en la cintura y expresión de rechazo en el rostro, dijo con voz grave, parecida a las de los bajos operísticos:

-Aunque no tenemos un letrero que así lo exprese, aquí las horas reservadas para los  homosexuales van desde las dos hasta las cinco de !a madrugada.

Al explicarle al fortachón que esperaban a tres damiselas, éste retornó a su lugar, y sólo abandonó la cara de sospecha cuando aquellas hicieron acto de presencia.

 

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