En una época donde te puedes sentar horas a escuchar música monotemática y sin mucha creatividad, pareciera que la falta de contenido es la moda generalizada.
Sin embargo, me complace comprobar que a pesar de los grandes esfuerzos para que el gozo y las distracciones banales sean el foco de la mayoría de las cosas a la que dedicamos nuestras vidas, somos (y me incluyo), sobrevivientes a este mundo lleno de espuma y poca sustancia.
Mientras hay mujeres que remamos hacia conquistar más reivindicaciones, y mantener las que hemos alcanzado, que parecerían muchas, pero para estar en el primer cuarto del siglo XXI, nuestros espacios en el poder y los abusos de los que seguimos siendo víctimas, nos deja claro que el cansancio y la conformidad no es una opción para quienes creemos que las transformaciones vienen desde la profundidad del pensamiento y las más claras convicciones que permiten identificar dónde se encuentran las dificultades.
Así como las pequeñas cosas verdaderamente significativas, sobreviven al “más de lo mismo”; que vendría siendo, la utilización de la mujer como masa trabajadora, fácilmente reclutable y convencible, nos embarcamos en situaciones engorrosas que hacen regresar a un grupo al punto de partida, pero, por suerte, se siente la resistencia de quienes hemos salido de ese triste círculo vicioso, donde se usa el poder para convencer de diferente, aquello que solo cambia de cosmética, es decir, la espuma, esta vez con colorines.
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La comodidad de ir con la corriente es uno de los peligros más grandes de la politica, porque genera un estatus quo a conveniencia de un grupo, pero que va acumulando desesperanza y disgusto en aquellas personas que necesitan evolucionar y conseguir un equilibrio que les genere avance y bienestar.
El reciclaje de personas y la multifuncionalidad, es el enemigo silente de la clase política dominicana. De toda, desde quienes usan distintos colores de las causas a las que pertenecen y que parecieran tener dueños, como de quienes tienen partidos más sólidos y de tradición. Llega un momento donde se vuelve un grupo de personas hablando entre sí y creyéndose equivocadamente que están fuera de su burbuja.
Salir de ese círculo será el gran reto, pero presumo que tendrá que ser la suma individual de voluntades de aquellas personas que ya nos cansó de manera definitiva la espuma, de un modo tal, que ni siquiera dedicamos energía a discutir inutilidades, sencillamente las identificamos, las clasificamos y le damos al botón de “siguiente”.
La espuma parece que seguirá creciendo porque es divertida y ligera, no pesa para nada, ya se darán cuenta que les va dejando las manos vacías ante la más suave brisa y llegará un día, que no habrá otra que la sustituya o sencillamente la satisfacción no llegará. Mientras, la sustancia, a veces pesa, o molesta, pero una vez que consigue generar un bienestar específico, este se queda y se recuerda.