La vida es eso que empieza mientras voy encendiendo mi cigarro,
entre cada bocanada de libertad y humo
que después de acariciarme y robarme el aliento,
sube al cielo con una parte de mi que ya no es mía.
El universo es aquello que infinitamente cabe
entre la punta de mi espada o de mi pluma (da lo mismo)
y el papel, la piel o la boca.
Es el conjunto de maravillas que me susurran mis duendes
y que dibujo en cada trazo, cada suspiro y cada pestañear,
ese diminuto e interminable espacio donde habitamos las estrellas, la vida y yo.
El tiempo es todo esto que pasa
cuando voy, sin darme cuenta,
llenando mi copa del vino de la ausencias,
pensando en lo inverosímil que puede ser un verso,
en toda la magia que puede esconderse en una boca,
en la eterna brevedad que puede contener un beso,
en las años que puede durar una hora mientras se espera,
y en cada instante que no se detiene a preguntar por mi.