La esquizofrenia, un mal que trunca las vidas jóvenes

La esquizofrenia, un mal que trunca las vidas jóvenes

La esquizofrenia es una enfermedad discapacitante que afecta justo en la edad productiva, entre los 20 y los 30 años. Sin embargo, puede aparecer también en la adolescencia. Se estima que en el país de 1 a 1.5% de la población la padece.

El siquiatra Mario Espinal define ese trastorno como altamente perjudicial, sobre todo en un Estado en el que la asistencia a los enfermos mentales es precaria y no todos pueden hacer frente a los costosos tratamientos.

“Es una enfermedad que empieza en la juventud, cuando la persona está en el mejor momento de ser útil y su vida se trunca, más cuando no tiene posibilidades de recibir la ayuda que amerita”, lamenta.

Sobre el comportamiento de los esquizofrénicos y la forma de detectarlos,  dice que  tienen  pensamientos desconectados  de la realidad, oyen voces, tienen  visiones, alucinan  y  se vuelven  paranoicos. Además, son apáticos, no muestran interés por actividad alguna, no tienen estímulos.

Indica que es una enfermedad en la que influyen la  genética  y el medio ambiente y que existen cinco tipos;  la paranoide, desorganizada o hebefrénica,  catatónica, indiferenciada y la residual.

Explica que  la esquizofrenia paranoide es la más común y se caracteriza por delirios y alucinaciones auditivas. La desorganizada incluye incoherencias y habla desorganizada. Es una desintegración grave basada en una conducta regresiva. Los catatónicos, en tanto, son hiperactivos, duermen poco y están en actividad hasta caer rendidos.

“Los indiferenciados tienen perturbación del pensamiento, delirios, alucinaciones, incoherencia y conducta deteriorada gravemente. A veces esto es una etapa anterior a otro subtipo. En la residual se trata generalmente de personas que sufren algún tipo de esquizofrenia, pero que en el presente no muestran señales”, expresa.

Espinal alerta que la parte más dolorosa es que el mal no tiene cura, que solo se controla  con medicamentos, que suelen ser caros y que se convierten en inaccesibles para muchos.

No obstante, expresa que esos fármacos han mejorado  la calidad de vida de los afectados  y que los de  nueva generación representan poco o ningún  riesgo a la calidad de vida a largo plazo.

Insta a las autoridades a crear políticas más eficientes  que ayuden a mejorar la existencia de esos pacientes y que se aumente el nivel de conciencia en la población sobre la necesidad de protegerlos.

De esa manera, afirma, se evitarían hechos tan lamentables como el caso de un joven esquizofrénico detenido por cometer un delito,  que en la cárcel hizo una crisis y al que  la seguridad  del penal acribilló a balazos con el alegato de que pensó que se trataba de fugar.

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