La estafa 2 de 2

La estafa 2 de 2

JOSÉ LOIS MALKUN
Continuando el análisis de este tema, tratado en el artículo anterior, nos referiremos a las estafas al Gobierno. Algunas de estas parecieron a primera vista aceptables y después se convirtieron en una gran estafa. Otras son estafas aunque no lo aparenten.

La estafa mas popular es la evasión al fisco. Si usted quiere tener éxito y ser bien remunerado en las empresas, asesore al dueño sobre como quedarse con parte del ITBS y usar la otra para financiar su negocio antes de reportarlo.

También hágase experto en subvaluaciones y contrabando para engañar al habilidoso Miguel Cocco en aduanas. O mejor aun, declarar perdida todos los años, y después construir un faraónico centro comercial o comprarse otra empresa más grande que la suya con el dinero robado al fisco.

Otros casos muy graves, fueron las privatizaciones de las empresas estatales. Todas estuvieron matizadas por la estafa, especialmente en el sector eléctrico. Igualmente las hubo con los contratos de compra de energía y cuando se arrendaron algunas de esas empresas a inversionistas internacionales, como sucedió con varios ingenios azucareros, que hoy están en ruinas. La recompra de las distribuidoras fue otra estafa donde una misma empresa compró dos de ellas por cheles y no cumplió nada de lo que prometió, para después vendérsela cara y bajo presión al Gobierno, obligándolo a que cumpliera todo. Otras estafas al Gobierno ocurren con la contratación de obras de grado a grado. Algunos constructores, gastan en sus necesidades personales el primer pago que le hacen. Después, sobrevalúan los presupuestos con artimañas financieras, compran materiales que son una porquería y cuando tienen una empresa supervisora, la corrompen o la sacan del proyecto. Un año después de concluir la obra hay que reconstruirlas a un costo igual o mayor al original.

Otras estafas más refinadas se dan cuando llegan algunos inversionistas extranjeros, en contacto con algun patriota, que ofrecen financiar un proyecto público de grandes proporciones. Traen sus planos y presupuestos y como no hay licitación, su costo por lo regular esta muy inflado. Se firman los contratos. Se llevan al Congreso y se aprueban convirtiéndose en deuda pública de corto plazo.

Pero hay dos formas de que jodan al Gobierno. Primero, figura en el contrato una atractiva tasa de interés del 3% anual en dólares. Pero con una redacción al estilo del Padre Alemán, estos magos de las finanzas internacionales, le clavan varias cláusulas con descuentos administrativos, fianzas, comisiones y otros ajustes, que la elevan al 7% u 8%. El que lo logra entender es un genio y si quieren comprobarlo revisen con lupa esos atractivos préstamos para que se sorprendan.

Una segunda forma, es que antes de comenzar la obra, los inversionistas sacan una carta debajo del brazo y piden un aval del Banco de Reserva. Después de muchos cabildeos, remeneos y…. todos los eos, logran felizmente su objetivo y con esa sólida y soberana garantía, obtienen fácilmente una línea de crédito en un banco extranjero.

Estos genios comienzan el proyecto si haber invertido un centavo propio; el Gobierno, por su parte, celebrando el acontecimiento con una fotografía del Presidente inaugurando la obra y; el banco del Estado, como banco de un país de pendejos, asumiendo todo el compromiso de la deuda. Al final, los «inversionistas» terminan la obra como les da la gana, se embolsillan millones de dólares sin comprometer nada y las cuentas nacionales se inflan por nada.

Todo el mundo quiere estafar al Gobierno. La magnitud de la estafa y la cantidad de veces que ocurren, dependen mucho del nivel de corrupción imperante, de las presiones que ejercen poderosos Gobiernos para defender a sus empresas en el exterior o de la incapacidad de sus funcionarios para negociar.

Recientemente, se aprobó en el Congreso la venta de un área de terreno en Sans Souci donde se instalaran hoteles, apartamentos, campos de golf, etc. etc.

Me recordó el anuncio de que Frank Sinatra y comparsas querían comprar una porción de tierra en la península de Samaná incluyendo Cayo Levantado. O de los jeques árabes en comprar el Proyecto Manzanillo, en Monte Cristy. Ambos harían inversiones millonarias en hoteles, apartamentos, villas, casinos, puertos y aeropuertos, lo que generaría empleos, divisas e impuestos. Nunca se conocieron los detalles de estas ideas y los promotores se esfumaron por arte de magia.

Ojala Sanc Sousi se concrete y resulte atractivo y beneficioso para el país pero mantengo mis reservas. Lo importante es que el Estado no asuma ningún compromiso oneroso para el fisco o las finanzas públicas. Que después no aparezcan esas sorpresas de siempre.

Me invaden las mismas dudas con la llamada Isla Artificial y mas ahora cuando se descubrió que unos de sus promotores tenia asuntos pendientes en la justicia. Pero en un Gobierno obsesivo con las megaobras, como el actual, no duden que esta megaisla arranque en el momento menos pensado, como se hizo con el Metro.

Finalmente, no es posible seguir figurando en la lista de países estafables por los nuevos y habilidosos cazafortunas. Hay que poner fuertes restricciones legales a los Gobiernos de turno y al mismo Congreso, cuando se trate de aprobar nuevas privatizaciones, concesiones del Estado, o préstamos de fuentes privadas. Así mismo, acabar ya y de una vez por todas, con el relajo del grado a grado. Evitemos por lo menos que los que van a nacer en esta generación lo hagan sin ser estafados antes del primer biberón.

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