La estupidez como chiste

La estupidez como chiste

CARMEN IMBERT BRUGAL
La moderna pedagogía abjura de la nemotecnia. Prefiere que los estudiantes aprendan a reflexionar y sean mejores seres humanos. Cualquier escolar en la década de los sesenta, sin rememorar la excelencia hostosiana y sin las críticas y elogios pertinentes a la escuela de la tiranía, hacía galas de su saber repitiendo epopeyas, recordando fechas, nombres de héroes, capitales.

Aprendía las tablas de multiplicar y la acentuación, cantando. La mención de los cinco cacicazgos merecía puntos en los debates semanales, igual que nombrar las tres carabelas.

Sin laboratorios en las escuelas, las fórmulas químicas y los principios de física y biología, también se memorizaban. La primera visión de los espermatozoides, a través de un microscopio, causó revuelo en un colegio provinciano. No importó el aprendizaje sino el origen de la muestra. Comenzaba entonces la transformación de la educación dominicana.

Hoy, otros son los valores y los intereses. ¿Cuánto y qué sabe la mayoría de los jóvenes dominicanos? ¿Cómo utilizan el conocimiento? ¿Logran el equilibrio entre el dato, al alcance de una tecla, y la reflexión apetecida? Algunos confiesan que leen revistas y, a veces, el periódico. Los amantes de los libros mencionan siempre tres textos. Conocen, eso sí, el mejor vehículo, el mejor reloj.

Qué significa Duarte para cualquier infante dominicano, sin importar origen o situación social. Cómo mezclar las angustias del fundador de la República con los sueños, prisas y competencia de la infancia y la adolescencia contemporánea, con sus deseos de tener más de todo. ¿Importa acaso que conozcan los detalles fundacionales de la patria?

El canal de televisión UKTV Gold realizó una encuesta entre los jóvenes ingleses y el resultado es comentado con sorna. De los 3000 jóvenes consultados, menores de veinte años, el 23% cree que Winston Churchill es un personaje de ficción, el 58% asegura que Sherlock Holmes existió. Esos jóvenes, conocedores de todos los secretos para acceder, buscar y encontrar en Internet, campeones de videos juegos, usuarios de iphone y ipod, aficionados a las aventuras de París Hilton y a los altibajos de Britney Spears, continuarán existiendo sin problemas.

Si alguna firma encuestadora decide diseñar un cuestionario para averiguar las falencias de nuestra juventud, las sorpresas serían mayúsculas. Tal vez las respuestas permitan encontrar la manera de armonizar las exigencias del momento con la necesaria comprensión y conocimiento de nuestra historia, con la aspiración de lograr personas reflexivas y mejores.

Este mes, con sus banderas y discursos, visitas al Altar de la Patria, obras de teatro, concursos, carrozas, combina la algarabía del carnaval y la evocación del trabucazo. ¿Entienden los jóvenes que marchan uniformados, el día 27, la diferencia entre separación e Independencia, no confunden el trabajo de los trinitarios con xenofobia y racismo?

Es frecuente la reiteración de anécdotas que exponen las deficiencias de la enseñanza, la ausencia de motivación para que el alumnado se interese por algo menos frívolo que lo inmediato.

Siempre habrá excepciones, excelencia que promete un país mejor, un magisterio noble y capaz. Ocurre aquí, en Londres, Madrid, en EUA. Eso no es lo importante, trascendente sí es, convertir la estulticia en un valor y reírnos con sus manifestaciones.

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