La etapa del “por qué”

La etapa del “por qué”

KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
La Etapa del ¿por qué? es ese período en que a partir de los tres años los niños revelan una insaciable incertidumbre e intriga por descubrir, conocer, explorar y entender todo lo que les rodea, y por curiosidad, comienzan a preguntar el porqué de todas las cosas.

Consideran que sus padres y los adultos les pueden dar respuestas a todas sus inquietudes. Es una etapa ineludible y positiva para el correcto desarrollo del niño/a.

Es importante tener presente que sus preguntas cambian según la edad, es decir, las interrogantes que plantean los niños varían según su edad y etapa de desarrollo por la cual transcurren.  Alrededor del año y medio preguntan continuamente «¿qué es esto?» y averiguan con sus padres sobre todo lo que tienen a su alrededor. A través de esta forma de juego para ellos, buscan conocer su mundo; y esto provoca un mayor nivel de expresión  y comunicación en el niño/a, ampliando su vocabulario y perfeccionando su lenguaje. Pero no es sino, hasta la llegada del tercer año de vida, donde comienzan a enfrentar la etapa del ¿por qué?, ya que reconocen que con tan solo hacer esa pregunta, pueden obtener una respuesta sobre cual sea que fuera su inquietud.

A los tres años, el niño lo que desea es una respuesta clara y verdadera sobre las finalidades y razones de una situación o fenómeno determinado, por lo que se deben evitar en gran medida argumentos demasiado complicados.

La actitud que el adulto tome, es muy preponderante. Los niños deben sentir que a los padres realmente les interesan de verdad sus preocupaciones. Por lo que siempre deben asegurarse darle una respuesta a las inquietudes de sus hijos, velando porque éstos  queden totalmente complacidos y satisfechos con las explicaciones que se les ofrezcan, porque de lo contrario tienden a pensar que sus ansias de saber son algo negativo, por lo que probablemente irá perdiendo el interés por el conocimiento de lo que le rodea.

Existen muchos padres que censuran al niño por su curiosidad o no le responden ante preguntas de temas con cierta polémica, considerados tabú; y esto a mi entender es sumamente dañino; ya que en definitiva sus respuestas ante una duda o incógnita la van a conseguir donde sea. Si sus padres no se la dan, es probable que escuche a otra persona, que probablemente no tenga la misma filosofía de vida, ni principios, ni valores de la familia a la que pertenece el niño. Además, es muy dable que esta falta de respuesta y de confianza que los padres les muestren a sus hijos frente a una pregunta, provoque mucha confusión y decepción al niño, lo que fomentaría su desconfianza hacia los padres.

Siempre con la verdad por delante, es prudente no evadir nunca una pregunta y contestar con absoluta franqueza ajustando, dentro de lo posible, una respuesta adecuada a la edad del niño y a su capacidad de comprensión, teniendo en cuenta que más adelante, el niño, por uno u otro lado, se informará de estas cuestiones, generalmente por sus amigos, los cuales tendrían una inexperiencia e ignorancia parecida a la suya, por lo que esto le creará un mayor desconcierto.

En el caso de las preguntas concernientes a temas dificultosos de explicar para los padres, es imprescindible no adoptar actitudes evasivas o engañosas, ya que esto hará que el niño se conceptúe ideas inexistentes, lo que puede ser perjudicial para esta delicada  etapa que debe superar eficazmente, y para el correcto desarrollo de su personalidad.

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