La ética de Bosch

La ética de Bosch

Tendría unos 15 años cuando Leonel Fernández me puso un brazo en el hombro y en el local del comité intermedio Juan Núñez Mieses, del PLD, cerca al mercado modelo de Villa Consuelo, me dijo: venga que le voy a presentar a una persona. No sabía quién era. Ni me lo imaginaba. Pero cuando se acercó a la mesa principal del evento que había en ese lugar, allí me introdujo al profesor Juan Bosch. Creo que le acompañaban Buret, Tonito Abreu, Rafael Alburquerque, Bidó Medina, Franklin Almeyda, y no recuerdo otros más. Era una tertulia de celebración del final del año en el partido.

Don Juan, como le llamamos, me preguntó por la edad. Y me dijo que creía que era el más joven del partido, aunque es posible que hubiera otro más joven, pero no en la capital, sino en la región sur del país. A qué me dedicaba? Me preguntó. Le contesté que estaba cursando estudios de bachillerato, pero que me gustaba escribir poesías. Eso le tocó mucho a Bosch. No sabía que era débil con la poesía. Y me dijo que pasara por su casa y que le ensenara alguna. Y así lo hice, estableciendo una estrecha amistad. Hice un poema y lo públicó titulado Casa Nacional.

De Bosch aprendí mucho. Y una de las cosas que me enseñó fue el concepto del servicio a la patria. Siempre decía: el que no vive para servir, no sirve para vivir. Y de ahí el lema: Servir al partido para servir al pueblo.

Y es como si retomara el pasaje de la Biblia que dice en Mateo 23:11-12: Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor. Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado.

El concepto de liderazgo de entonces era el que se vinculaba al que más trabajaba. Se emulaba cuanto había recaudado el comité de base, cuantos periódicos había logrado colocar enseñando al pueblo que ya Bosch no estaba en el PRD, sino en el PLD.

El concepto de líder tenía mucho que ver no solo con la capacidad de trabajo y de servicio, sino también con su concepto de la ética y la transparencia. Había que dar un informe de todo lo que se hacía con las finanzas del partido.

El peledeísta, hasta un tiempo, no podía ni siquiera asumir ningún cargo en el gobierno de turno.

El pensamiento de Bosch se convirtió en una ideología. Gasté mucha suela de zapatos en las caminatas, convencido de la consigna: El boschismo es indestructible.

Al cumplir un aniversario más del natalicio del profesor Juan Bosch, siento que don Juan aprendió y estudió la Biblia. Aunque no fuera cristiano, viajó a Israel y conoció la historia del pueblo judío. Pero lo más importante: su concepto de la ética, del liderazgo y del propio partido, estuvo más cerca de Cristo que lo que muchos hoy se pudieran imaginar.

 

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