La Eucaristía: reparación y agradecimiento

La Eucaristía: reparación y agradecimiento

POR LEONOR ASILIS
Estas dos recomendaciones dio el Señor Jesús a Santa Margarita Alacoque en una preciosa devoción de Su Sagrado Corazón para ser extendida por todo el mundo.

Y es que en la Eucaristía, nos fundimos con su Sagrado Corazón que nos conforta, anima y sana por su presencia viva escondida en un pedazo de pan. Es nuestro mayor regalo, concedido por Jesús en la Última Cena.

Como si fuera poco que Él mismo se nos diese en el divino pan, nos promete a través de Santa Margarita Alacoque: “A quienes comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, mi corazón no los abandonará en el último momento”.

Santa Margarita Alacoque nació en 1647, y en 1671 a la edad de casi 20 años, ingresó a la orden religiosa fundada por San Francisco de Sales. En 1673 empezó a recibir revelaciones de Jesús quien la había elegido para comunicar este importante mensaje a los hombres.

Así pues, Santa Margarita María de Alacoque, la devota del Sagrado Corazón, a la que Jesús encomendó esta devoción, se las concedió el Señor en la capilla, en la Eucaristía. En las palabras de esta Santa, vemos como valoraba este sagrado Sacramento: “Mi más grande alegría de dejar el mundo era pensar que podría comulgar a menudo, ya que no se me permitía sino de vez en cuando. Yo me habría considerado la más dichosa del mundo si lo hubiera podido hacer frecuentemente y poder pasar muchas noches a sola delante del Santo Sacramento de la Eucaristía. Me sentía ante Él absolutamente segura, que aún siendo miedosísima, ni me acordaba del miedo, estando en el lugar de mis mayores delicias. La víspera de comulgar me sentía abismada en un profundo silencio y no podía hablar sino haciéndome violencia, pensando en la grandeza de lo que había de acontecer al día siguiente. Y cuando ya había comulgado, no hubiera querido ni beber, ni comer, ni hablar de tanta paz y consuelo como sentía. Me ocultaba lo más posible para aprender a amar a mi Bien Soberano, que tan fuertemente me obligaba a devolverle amor por amor”.

La Santa nos sugiere una renovación de la vida eucarística, recomendándonos vivamente las visitas al Santísimo Sacramento, uniendo nuestra oración a la misteriosa oración de Jesús en la Eucaristía. Nos propone esta invocación tan sencilla: Transfórmame en Ti.

La devoción de la Hora Santa también fue recibida a través de las revelaciones a esta Santa cuyas reliquias nos visitarán a final de este mes.(Domingo 30 de julio a las 12:00 del mediodía estarán en la Catedral de Santo Domingo donde se hará la Consagración de República Dominicana al Corazón de Jesús en una Solemne Eucaristía presidida por el cardenal Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez. Para más detalles de la visita de las reliquias, llamar al 809 566-9449).

Transcribimos un fragmento de las mismas: “Todas las noches del jueves al viernes, te haré participe de la tristeza que quise sentir en el Huerto de los Olivos… Te levantarás entre las 11:00 y  las 12:00, y te postrarás una hora conmigo, ya pidiendo misericordia para los pecadores, ya para mitigar de algún modo la amargura que sentí al ver que mis apóstoles no habían podido velar ni una hora conmigo”. Sufrí aquí más que en el resto de mi Pasión, por verme en un abandono completo de cielo y tierra, cargados con los pecados de todos los hombres… no hay criatura capaz de comprender la magnitud de los tormentos que entonces sufrí”.

Sobre esta devoción, Juan Pablo II escribió siendo aún cardenal: “La iglesia es quien busca sin cesar esta hora perdida en el Jardín de los Olivos, hora perdida para Pedro, Santiago y Juan. Para reparar esta deserción y esta soledad del Maestro que aumentó aun más su sufrimiento… Jesús nos permite, de alguna manera, volver a encontrarlo en esta hora transcurrida e irreversible, desde el punto de vista humano, convidándonos como antaño, a tomar parte en la oración de su corazón que abrazó todas las generaciones de los hombres.”

Acerquémonos al Sagrado Corazón de Jesús!. Él permanece esperándonos. Si tuviéramos más fe!

Digámosle al Señor: “ Señor, gracias por haberte quedado con nosotros.”. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin Ti? Como le dijo una vez Pedro: si no es a Ti, Señor, a quién iremos?.

 leonor.asilis@verizon.net.do

Publicaciones Relacionadas

Más leídas