La exitosa Feria del Libro de 2016

La exitosa Feria del Libro de 2016

La Feria del Libro de 2016, accidentada por uno que otro error, como el otorgamiento inoportuno de un premio a Mario Vargas Llosa, se desarrolló exitosamente a pesar de efectuarse en septiembre, a cinco meses de abril, su tradicional mes de celebración. No hubo novatadas ni del actual Ministro Pedro Vergés ni del equipo organizador.
Comenzar con buen pie en tan difícil tarea podría augurar lo que muchos esperan de alguien que ha asumido un liderazgo efectivo en el campo cultural sin distingos de partidos políticos porque era el preferido de todos por su amplitud de miras, su calidad intelectual, su ensamblaje conceptual sobre el sector cultural, merecedor de nuevas coordenadas, todo ello sin exagerar la nota en un medio en el que lo cultural suele devaluarse.
Cuando el actual presidente del país fue postulado en 2012, los del sector cultural que votamos por él, muchos sin ser del PLD, estábamos nucleados alrededor de Vergés en la firme esperanza de que iría allí a introducir las modificaciones necesarias en un frente cultural que tenía antecedentes de ministros que se habían esforzado por cumplir metas, salvo cierto caso conocido.
Pero pareciera que esa vez imperó una curiosa concepción de la cultura, aplaudida por los menos y criticada por muchos, y a Vergés lo postergaron. La primera víctima lo fue el libro, cuyo fomento lo sepultaron bajo la frase que aún retumba en los oídos de los libreros reunidos en octubre de 2012: “tienen que convencerse de que el libro ha muerto, el igual que el cassette en su momento”. (No más palabras, señor Magistrado).
Vergés acaba de disolver el curioso consejo del Ministerio de Cultura, cuya única lectura de mi parte como que era el bastón del ciego cultural: “a ver si me ayuda, pues no veo nada bajo la ardiente oscuridad”, integrado por reconocidas figuras que en conjunto daban la idea de una suplantación de una autoridad diluida.
Sin pensarlo dos veces, Vergés introdujo una reforma sustancial en el esquema de la organización de la Feria del Libro al desgajarle el farandulerismo y otros perfiles, que le habían restado protagonismo al libro, el agónico acuchillado o baleado por el bandolero cassette.
De los perfiles arrabaleros de la feria del libro de alguna manera soy corresponsable junto a Agliberto Meléndez desde cuando nos empleamos a fondo de 1983 a 1986 por la democratización del sector cultural y en particular de la Plaza de la Cultura entrampada para esa vez en una comisión bien intencionada pero con una concepción elitista de la cultura.
Más que una feria aquello era una fiesta cultural que de alguna manera lograba un equilibrio mágico con el libro como protagonista, pero ese estilo de alto riesgo fue degenerando hasta el regusto del meritorio José Rafael Lantigua, amigo de las imposiciones y del populismo, al despojar al libro del protagonismo.
Nuestra feria del libro es la nuestra y no es la de Méjico, ni la de Alemania, ni la de Cuba. No deberíamos de despojarla de ciertas características, que de algún modo se prolongaron esta vez.
La gestión de Vergés comenzó con buen pie, y si en el pasado otras gestiones mantuvieron el apoyo de una prensa que se desvive por respaldar lo cultural y en particular este magno evento ferial, con más vera ahora que tenemos a alguien que sabe lo que tiene entre manos. No es un inventado. Llena las expectativas. Enhorabuena.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas