Son un dibujo perfecto
los labios suyos.
Cuales trazos del artista
con el pincel predilecto.
Las manos de su obra
en las cuerdas del arpa
encontraron forma.
Como pesuñas hay en ellas,
y una y otra es como garra.
Quise su abrazo perpetuo
y que las clavase en mi espalda.
Mas, cual pelaje del puma,
con su velo perla negra,
siempre se escurre entre sombras.
¿Hasta cuándo huirá aterrada,
presa del espanto?
Ya aguardarle tanto
me deja sin ganas.
Calma y ven ya, ciguapa tierna.
Que sea como el asalto
de mi noche incierta.
He sentido tanta ternura
en el cristal de tus ojos grandes.
Lo leí en su negrura,
el otro día, disfrutabas mi retozo
entre aquellos infantes.
Te espero aún, ya no tardes.
No se diluyan mis rimas puras
en la frialdad cruel del miedo,
el desamor y la duda.
ed*