La experiencia estética en Charles Baudelaire -Las flores del mal-

La experiencia estética en Charles Baudelaire        -Las flores del mal-

Parte 1 de 2

Charles Baudelaire (Francia, 1821-1867) fue una de las figuras más importantes entre los simbolistas franceses y dejó una profunda huella en la poesía moderna, así como en sus traducciones y ensayos críticos. Su vida decadente y trágica; su existencia desenfrenada, violenta y excéntrica lo llevaron a una muerte temprana y dolorosa a los cuarenta y seis años. El escritor tuvo una relación complicada con su familia, especialmente con su madre, Caroline Archimbaut-Dufays. Baudelaire consideraba que su madre no lo entendía y que no apreciaba su trabajo artístico. Baudelaire tuvo dificultades financieras a lo largo de su vida, y esto también afectó su relación con su familia. Tuvo un vínculo tenso y conflictivo con su padrastro, Jacques Aupick, militar de alta jerarquía quien administraba la herencia dejada por el padre del poeta y controlaba el acceso de Baudelaire a sus fondos. De seguro, fue este hecho la leña que atizó el fuego de esta mala dependencia, aunque quién sabe si fue la causa y no el efecto de su manera autodestructiva de vivir marcada por el exceso, el libertinaje y el consumo de drogas y alcohol, los escándalos y comportamientos transgresores.

En París, comenzó a escribir como crítico y traductor, introduciendo las obras de Edgar Allan Poe en Europa a través de traducciones que se han convertido en clásicos de la literatura francesa. Baudelaire, en vida, solo publicó un volumen de poesía: “Les fleurs du mal”. Estilísticamente, su verso puro y cuidadosamente clásico, en ciertos aspectos se asemeja al de los parnesianos, pero es mucho más significativo, ya que prefigura el desarrollo de la poesía moderna. Recordemos que el movimiento de los parnasianos buscaba la perfección, la racionalidad pura, y mostraba el pesimismo frente a la existencia. Los poemas de Baudelaire están llenos de sutiles matices y de una sugestión dolorosamente delicada. La materia sensual de sus poemas se transmite a través de imágenes sorprendentemente bellas. Utilizó la teoría de las correspondencias y la exploración de la relación entre los diversos sentidos, lo que le da a su obra una novedad impactante. La doctrina no era nueva, fue usada por Platón, Aristóteles, Russell y Austin, pero Baudelaire le da un giro: expone su teoría de las correspondencias horizontales entre las diferentes sensaciones. Son las sinestesias, la superposición de sentidos. Baudelaire utiliza un sentido para evocar las percepciones registradas por otro. Así, el olfato será sugerido por sensaciones táctiles o visuales. “Esta teoría que explica la verdad como una propiedad de los enunciados, consistente en una relación de coincidencia entre el enunciado y el hecho, o entre el pensamiento y la realidad…” (Herder, s.f., párr.1 ).

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Pasemos a leer uno de los poemas que inician el poemario “Flores del mal”. Se trata del soneto titulado “Correspondencias”: “La natura es un templo donde vivos pilares/ dejan salir a veces sus confusas palabras;/ por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos/ que lo observan atentos con familiar mirada. / Como muy largos ecos de lejos confundidos/ en una tenebrosa y profunda unidad, /vasta como la noche, como la claridad, / perfumes y colores y sones se responden. / Hay perfumes tan frescos como carnes de niños, /dulces como el oboe, verdes como praderas, / y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes, que las expansiones poseen de cosas infinitas, como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso, que cantan los transportes del alma y los sentidos” (Baudalaire, 1857, IV).

Este hermoso soneto de estructura clásica italiana fue escrito con una perfección estructural formal notoria, en francés tiene una musicalidad que se pierde un poco en la traducción. El poeta al contemplar la naturaleza encuentra correspondencias con la realidad del hombre. No hay un límite que separe al hombre de la naturaleza porque él es parte de ella, está comprendido en ella. La idea de naturaleza y la de ser humano es una misma. El poeta se conecta con su esencia inmaterial, con el principio de vida, donde reside su imaginación, su emoción, sus sentimientos para a través de simbolismos de orden superior mostrarnos las correspondencias de las que somos parte. El espíritu divino se manifiesta en la naturaleza y por tanto en el ser humano. Y es esa entidad abstracta e inmaterial la que capta el poeta. La naturaleza es una manifestación del espíritu divino y el hombre es parte de esa naturaleza porque está comprendido en ella, es decir el espíritu humano está comprendido en la naturaleza porque sencillamente es parte de ella. Hay una correspondencia directa entre la naturaleza y el hombre que Baudelaire recoge poéticamente de manera magistral desde un punto de vista panteísta: naturaleza y cuerpo como templo. Recordemos que los panteístas no creen en un Dios creador separado de la naturaleza humana, sino que ven al creador en todas las cosas del universo. Detrás de todos los lenguajes posibles hay una correspondencia que lleva a un equilibrio universal, donde se manifiesta la grandeza espiritual. Baudelaire nos muestra la realidad de la naturaleza como lo que es: nuestra propia realidad.

La correspondencia se da en este poema según el laureado escritor y docente uruguayo Fernando Chelle de la siguiente manera: “La unidad abarca toda la creación, todo está perfectamente diseñado y tiene su lugar, de ahí que sea vasta como la noche como la claridad, comparación antitética que no deja nada fuera de su alcance. La correspondencia se da, nos dice el poeta, entre perfumes, colores y sones. Ya aquí están sentadas las bases del simbolismo, o acaso no es cierto que haya perfumes frescos, colores violentos, sonidos dulces, perfumes que sugieren recuerdos tristes o alegres, en fin, un mundo de correspondencias subterráneas que este genial poeta nos enseñó a descubrir” (Chelle, 2012, párr. 14).

No solo la técnica de Baudelaire, sino también su temática que va desde lo espiritual como es el caso del soneto anterior al análisis penetrante de estados emocionales complejos se han reflejado en la poesía del siglo XX. Baudelaire se desplaza de un extremo al opuesto y logra penetrar en las profundidades de lo perverso y lo morboso hasta encontrar la belleza oculta en esa parte oscura de la vida que él tan bien conocía. Introdujo un tono oscuro y melancólico en la poesía lírica y exploró temas como la decadencia, la pasión y el erotismo. Su enfoque en la belleza moderna y la experiencia urbana influyó en la poesía y el arte posteriores, sentando las bases para el simbolismo y el modernismo.

Por otro lado, su libro «Paris Spleen» (1868) marcó un uso innovador del poema en prosa. Baudelaire concibió el libro, pero no vivió para verlo publicado. En estos cincuenta poemas, reflexiona sobre la ciudad moderna y sus habitantes, resaltando la miseria absoluta de los pobres y las espectaculares distracciones ofrecidas a la burguesía. En medio de estas escenas de la vida urbana moderna, la conciencia poética alienada se cierne como un espíritu sombrío. En «Paris Spleen», Baudelaire también intenta definir la modernidad (un término que acuñó), tema que trató en sus críticas de arte. Como amigo de Manet, Courbet y Daumier, Baudelaire revisó las exposiciones anuales del salón de arte contemporáneo, escribió sobre fotografía y redactó el influyente ensayo de 1859-1860 «El pintor de la vida moderna». El impacto de Charles Baudelaire en el arte ha sido significativo y duradero. Aunque Baudelaire fue más conocido como poeta, su visión estética y sus ideas sobre el arte también han influido en otras formas artísticas, como la pintura, la música y la literatura en general.