La pregunta obligada frente a la oferta de Falcondo relativa al probable aprovechamiento de la Loma Miranda, es si el gobierno puede darse el lujo de emprender la lucha contra la pobreza sin apelar al desarrollo sostenible de nuestros recursos naturales.

La respuesta subyace en la decisión del gobierno para explotar o no la Loma Miranda, localizada entre las provincias Monseñor Nouel y La Vega, cuyas fuentes acuíferas sustentan al Valle de la Vega Real, el principal centro agrícola nacional, alimenta la Presa de Rincón y abastece de agua potable las demarcaciones de San Francisco de Macorís y Salcedo.

Su biodiversidad incluye 1,110 especies, 241 endémicas, es decir, propias de esas localidades; 13 animales endémicos y 23 autóctonos. Después de la Sierra de Bahoruco, es la subregión de mayor endemismo de la Republica Dominicana.

La multinacional Falcondo Xstrata Nickel ha presentado un proyecto viable para la explotación del yacimiento minero, que, según sus ejecutivos, preservará tal biodiversidad, protegerá y manejará el medio ambiente de forma sustentable.

El director de Minería, Alexander Medina, favorece el plan del conglomerado canadiense, argumentando válidamente que el país necesita los recursos mineros para combatir su principal problema: la pobreza.

El affaire Falcondo-Loma de Miranda se ha politizado. El ecologismo no ha tomado el poder en parte alguna, pero ha generado una “conciencia ecológica” que se expresa en una izquierda ambientalista que opera a través de ciertas ONG y partidos políticos criollos opuestos al plan.

Pero si Falcondo y el gobierno del Presidente Medina son incapaces de garantizar el desarrollo sostenible de Loma Miranda, armonizando el desenvolvimiento productivo y social del Cibao con la protección del medio ambiente, entonces la inversión extranjera y la acción de gobernar resultan inútiles. La Loma Miranda debe explotarse.