La fábrica de la esperanza de Haití

<STRONG>La fábrica de la esperanza de Haití</STRONG>

Cabo Haitiano. BBC Mundo. Desde el amanecer, decenas de desempleados haitianos aguardan apostados durante horas junto a la verja del nuevo parque industrial Caracol a que alguien salga a ofrecerles un trabajo.

Para muchos de estos pacientes buscadores de empleo la espera merece la pena.

Una de las dos únicas empresas instaladas en el recinto, la fabricante de ropa surcoreana Sae-A, ya ha empleado a más de 1.300 haitianos desde que comenzó sus operaciones en octubre.

«Tengo amigas trabajando en la fábrica», le dice a BBC Mundo Janette Jofroy, de 32 años, que aguarda sentada junto a la verja. «Yo también necesito un empleo para que mi hija de siete años pueda ir a la escuela».

Para los haitianos, acostumbrados a buscar la prosperidad fuera de sus fronteras, es poco habitual que las oportunidades se presenten tan cerca de casa.

Tres años después del devastador terremoto que causó la muerte a decenas de miles de personas y destruyó la capital, Puerto Príncipe, Haití muestra pocas señales de recuperación. Los escombros siguen siendo visibles en las calles de Puerto Príncipe y más de 350.000 afectados por el terremoto viven aún en los campamentos.

Pero la instalación de Sae-A, uno de los mayores fabricantes de ropa del mundo, en Caracol, en el norte del país, ha generado esperanzas de que el país pueda crecer gracias a la inversión extranjera y deje de depender de las donaciones.

Entre elogios y críticas. Algunos analistas creen que el desarrollo de Haití surgirá en el norte, en torno a la segunda mayor ciudad, Cabo Haitiano, de unos 200.000 habitantes, lejos del caos de Puerto Príncipe, cuya población se estima en unos tres millones. El parque Caracol, próximo a Cabo Haitiano, es un proyecto ambicioso que ocupa 250 hectáreas, la mayoría de ellas aún baldías. Aparte de Sae-A, el otro inquilino es un fabricante de pinturas haitiano que da empleo a 30 trabajadores.

Trabajadoras de la fábrica Sae-A en Haiti

Las trabajadoras salen de la fábrica después de un día de trabajo.

El gobierno del presidente Michel Martelly pretende que dentro de cinco años Caracol haya dado trabajo a más de 65.000 haitianos. Para ello se enfrenta el difícil reto de convencer al capital extranjero de que invertir en Haití es seguro.

A los lados de las carreteras que conducen a Cabo Haitiano, se pueden leer carteles con el mensaje en inglés y francés: «El Norte está abierto a los negocios».

Apoyado con subsidios del gobierno estadounidense y del Banco Interamericano de Desarrollo por valor de US$224 millones, Caracol fue inaugurado en octubre por el expresidente estadounidense Bill Clinton y su esposa, la ahora secretaria de Estado, Hillary Clinton.

Por el momento, otra empresa dominicana fabricante de ropa tiene previsto instalarse en Caracol y Sae-A va a ampliar sus instalaciones para dar cabida a otros 1.300 trabajadores.

La compañía surcoreana, que abastece a grandes empresas estadounidenses como Walmart o Gap, prevé contar con 20.000 trabajadores en 2016.

Haití ofrece grandes ventajas para empresas como Sae-A, según los analistas, que apuntan a la inexistencia de tarifas aduaneras para exportar textiles a EE.UU. y a un reducido salario mínimo de US$5 al día.

Fábrica de Sae-A en Haiti

La fábrica de la surcoreana Sae-A en Haití se encuentra en Caracol.

En una visita reciente a Caracol, BBC Mundo solicitó permiso para acceder a las instalaciones de Sae-A pero le fue denegado «por motivos de seguridad».

En un artículo que el diario The New York Times publicó en julio, se citaba el conflictivo pasado de Sae-A en Guatemala, país del que la empresa se retiró hace un año tras ser denunciado por los sindicatos de violar las leyes laborales y penales.

Líderes sindicales haitianos mencionaban en el artículo su preocupación de que Caracol dé cobijo a maquiladoras que acabarán huyendo de Haití en busca de países con mano de obra más barata.

El gobierno, sin embargo, solo tiene buenas palabras para Sae-A. «Es la primera vez que una empresa tan grande se instala en el norte del país», le dijo a BBC Mundo Jean Smith, uno de los directores del parque Caracol. «Es una oportunidad maravillosa para generar empleo en la región».

Tecnópolis. Otro ambicioso desarrollo en torno a Cabo Haitiano es la reciente apertura de un moderno campus en Limonade, de la Universidad del Estado. Financiado por República Dominicana, más de 1.500 estudiantes comenzaron a asistir a las clases el pasado octubre.

El rector, Jean-Marie Théodat, le explicó a BBC Mundo que el norte del país carecía de universidades hasta la apertura de este campus. Su cercanía al parque Caracol ofrece la oportunidad de una colaboración estrecha entre las empresas y la Universidad, según Théodat.

«La idea es que este campus se convierta en una tecnópolis que forme a los ingenieros químicos y expertos textiles que demandarán las fábricas de Caracol», dijo Théodat.

Estudiantes de la Universidad en Limonade

Estudiantes de la nueva Universidad en Limonade.

En opinión de Théodat, la instalación de la surcoreana Sae-A en Caracol es un éxito para Haití. Señaló que además de los trabajos directos e indirectos que generarán las fábricas del parque, los impuestos que generen supondrán una importante fuente de ingresos para las arcas públicas.

En cuanto a quienes critican que Haití podría convertirse en una incubadora de maquiladoras, Théodat advirtió que Haití no puede permitirse el lujo de rechazar a empresas internacionales a causa de sus bajos sueldos.

«Muchos haitianos que viven en condiciones de pobreza (US$2 al día) no le dirían que no a un salario de US$5 al día. Cuando vives en esas condiciones, si te ofrecen un pedazo de pan, sin lugar a dudas lo aceptas».

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