La fábula de Provi, La Ñoña

La fábula de Provi, La Ñoña

Eusebio Rivera Almodóvar

Providencia fue una niña consentida y lloraba por todo; le apodaban La Ñoña y sus familiares y amigos le decían Provi, diminutivo del nombre con el cual fue declarada. Un joven intelectual, cautivado por su exagerada sensiblería (o ñoñería) y su natural belleza, la sedujo con su verbo. Se casó con ella y luego de cuatro años de matrimonio, por razones múltiples, se divorciaron y casi de inmediato un campesino, comediante en el ocaso de su carrera, la conquistó y luego de cuatro años de sube y baja en la relación, rompieron su vínculo conyugal, produciéndose una novelesca reconciliación con su primer marido y luego de ocho fatídicos años, se produjo un nuevo divorcio por heridas reabiertas que un romántico ingeniero prometió curar y luego de seis años de unión conflictiva reapareció el primer marido de La Ñoña cortejándola a pesar de ser una mujer casada y, en una lucha pública con el intelectual al que acusa de irrespetuoso, el ingeniero afirma que la retendrá, caiga quien caiga, y que ya el intelectual la tuvo por doce años y él tan solo cumplirá ocho y, para empatar, sería justo que la disfrute por cuatro años más.
Pero la verdadera razón de la irresistible atracción de Provi, para sus exesposos y muchos pretendientes más, es el conocimiento público de lo que fue un secreto familiar: El oficial de registro civil que escribió su acta de nacimiento era semianalfabeto y por escribir Providencia en el acta original, escribió Presidencia, generando una olímpica batalla por conquistarla y ahora muchísimos farsantes enamorados, lo que realmente desean son los sublimes encantos de La Ñoña.

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