La faceta más funesta de Balaguer

La faceta más funesta de Balaguer

 FIDELIO DESPRADEL
“Uno de los hombres de la historia dominicana de mayor talento, inteligencia, capacidad de trabajo y con un alto sentido patriótico (…) parte del patrimonio histórico”.

Estas fueron palabras del Presidente Fernández en un bochornoso acto celebrado en el Palacio Nacional para conmemorar los 100 años del nacimiento del doctor Joaquín Balaguer.

La conciencia sana de la Nación; aquella que no ha sucumbido a las mieles del poder y a más de cuatro décadas de sistemática prédica de insana moral, entreguismo, cinismo y corrupción no disimulada, provenientes de la casi totalidad de los integrantes de los tres poderes del Estado y de las élites de poder; esa parte sana de nuestra sociedad, ha criticado y denunciado, en todas las formas a su alcance, la parte represiva y criminal, el fomento y tolerancia de la corrupción desde el poder, y la práctica permanente de los peores valores ético-morales desde las más altas esferas del Estado, que caracterizó el paso del doctor Balaguer por la vida política de nuestro país.

No es necesario insistir en ello. El dotor Balaguer es un auténtico arquetipo en estos campos vitales en el ejercicio del poder. Si el señor Presidente, junto con todos los que se confabularon para declararlo “padre de la democracia”, insiste en emularlo, admirarlo y compararlo con el profesor Juan Bosch, está en su derecho. Nosotros también tenemos el derecho de tener un juicio y una actitud diametralmente opuestos. Pero lo que quiero es abundar en otra faceta del “admirado” político.

La del doctor Balaguer, como artífice de la modalidad de modelo económico impuesta al país y de la cultura propia de ese modelo, en contraposición a la posibilidad de desarrollo que se le abrió al país en 1961-62 (truncada por el golpe de Estado de 1963) y en 1965 (truncada por la intervención militar norteamericana de 1965); ese doctor Balaguer, que no ha sido analizado, es el más funesto, que es mucho decir. Veamos: Trujillo fue el iniciador de la política de sustitución de importaciones, y a sangre y fuego, construyó un poderoso aparato industrial, agropecuario y agroindustrial, que luego de su ajusticiamiento, pasó al Estado Dominicano.

En relación a ese patrimonio, que costó sangre y sudor al pueblo, el doctor Balaguer aplicó la siguiente política:

Primero: Le negó sistemáticamente los créditos blandos que sus gobiernos crearon, y todo tipo de incentivos.

 Segundo: Fomentó industrias paralelas, mediante excensiones tributarias, créditos blandos y otras facilidades, algunas de capital extranjero (el caso de la Tabacalera es el más patético). Tercero: Convirtió el patrimonio estatal en botín de sus allegados, quienes lo convirtieron en fuentes de decenas de millares de “botellas”, de enriquecimiento ilícito y en fuente de la maquinaria reeleccionista.

Y cuarto: Nunca fomentó ni alentó un plan de desarrollo delcomplejo estatal, como estímulo para el desarrollo nacional.

Apoyado en la Ley 299 (1967), el doctor Balaguer fue creando un “desarrollo industrial” y una clase “industrial”, capitaneada por los que fueron socios subordinados y menores de Trujillo (no me interesa, ahora, mencionar uno por uno los nombres), quienes heredaron de su experiencia con Trujillo dos prácticas: la de apoyarse en forma privilegiada en el Estado para impulsar sus industrias, y la del oligopolio.

Al doctor Balaguer lo único que le importaba era mantener el poder; tener una clase industrial que le fuera fiel e incondicional. Junto a ella, desarrolló una casta de nuevos millonarios, a través de la corrupción y la canibalización del patrimonio industrial, agropecuario y agroindustrial estatal, y en lo que se refiere a las fuerzas armadas, el doctor Balaguer les permitió masacrar a los campesinos, reproduciendo las relaciones agrarias más atrasadas, les repartió tierras y campos de caña en plena producción y les abrió las puertas a la corrupción. Asimismo, Balaguer mantuvo la alianza con los terratenientes, y cuando dictó las leyes agrarias, para ganarse popularidad, luego las enterró, dejando el campo en la misma situación deplorable.

En cuanto al tipo de desarrollo industrial a que me he referido, además de la práctica del oligopolio y de utilizar el Estado para potenciar los negocios, el modelo de sustitución de importaciones impuesto por Balaguer, primero, se concentró en la ciudad capital, donde tenía su poder esa “clase industrial”, sacrificando el resto del país; segundo: fomentó industrias donde la relación entre el capital invertido y los empleos generados era contrario a los objetivos de ampliar la oferta de empleos; y tercero: le permitió a “su clase industrial” fomentar “industrias” con un alto componente de materias primas, maquinarias y otras, venidas del extranjero, dañando con ello la demanda de materias primas producidas nacionalmente, que en aquellos años era clave para seguir impulsando la industria, la agropecuaria y la agroindustria nacionales.

Todo ello, afectando además las pequeñas y medianas industrias, y la pequeña y mediana producción agrícola, que no podían desarrollarse sin una política estatal dirigida a su impulso, ni tampoco podían competir con una clase industrial fundamentalmente oligopólica y amarrada a los resortes del poder.

Las consecuencias para el país han sido funestas. El modelo actual empezó en aquellos años y tuvo en Balaguer a su sostén fundamental. ¡Todo para la producción y reproducción de “su” poder, sin medir (porque nunca le interesó) las consecuencias!

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