La familia

<p>La familia</p>

El país necesita dedicar esfuerzos serios y constantes a tratar de rescatar los valores y principios que dan cohesión a la familia.

En estos tiempos, muchos de nuestros problemas sociales tienen sus principales causas en el resquebrajamiento de la unidad familiar.

A pesar de que hay más vías de comunicación, está probado que los miembros de muchas familias mantienen un pobre intercambio de pareceres y propósitos.

El almuerzo o la cena de la familia, que antes era una rutina, casi un rito que permitía el sano intercambio, ha pasado a ser excepcional, de ocasión especial.

El progreso tecnológico ha hecho su contribución al individualismo, aunque se trate de un aporte no intencional, casual.

Por ejemplo, es menos frecuente que los integrantes de una familia compartan la música que proviene de un receptor de radio o un componente estereofónico, pues ya hay mil y una variedades de dispositivos personales para escuchar música en absoluta privacidad.

Lo mismo ocurre con las comunicaciones telefónicas, pues la tecnología celular ha puesto en lista de extinción el teléfono casero, compartido.

Todos esos factores, asociados a causas como las necesidades cotidianas del hogar, la educación deficiente y los constreñimientos económicos, han debilitado de manera considerable la cohesión familiar.

Hace falta que los expertos se sienten a trabajar en la elaboración de programas que permitan restaurar muchos de los valores perdidos.

Aunque los mayores esfuerzos deben hacerse en el propio hogar, la escuela necesariamente tiene que jugar un papel protagónico con los propósitos señalados.

Hay que restablecer en la escuela la enseñanza de Moral y Cívica y reponer la solemnidad del uniforme, la fila para izar y bajar la bandera, la entonación del Himno Nacional y otros actos.

Son muchos los antivalores que se están sobreponiendo a los principios y eso hay que revertirlo.

Definitivamente, hay que dedicarle más atención a la unidad familiar.

Estimulante

La electricidad generada por las presas representó un porcentaje importante  del total de la energía aportada al sistema entre noviembre del 2005 y octubre del 2006.

Su participación en el sistema, en el período señalado, osciló entre un 17.1% y un 19.24%.

Dicho en otros términos, esas proporciones debieron significar un ahorro importante y bastante influyente en los costos totales de la producción de la electricidad servida al sistema.

La noticia es estimulante en momentos en que el país soporta la carga financiera que representa el consumo de hidrocarburos para transporte y generación de electricidad.

Deberíamos pensar en ampliar nuestra capacidad hidroeléctrica mediante la construcción de presas y represas dondequiera que sea económica y técnicamente factible. Esto debería estar asociado con una política de incentivos para las inversiones en fuentes alternativas de generación eléctrica no dependientes de los hidrocarburos.

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