La familia Mejía Pumarol

La familia Mejía Pumarol

POR GRACIELA AZCÁRATE
De la unión de don Félix Mejía y Mejía, fallecido en 1870 y de Tomasina Cotes, fallecida en el año 1900, nacieron los siguientes hijos: El primogénito fue Pedro María Mejía Cotes, quien tuvo una destacada participación en la vida de la República. Enrique Mejía Cotes, nacido en 1845, padre del destacado violinista Ernesto Mejía Arredondo.

Margarita Mejía Cotes,  fallecida a la edad de 15 años, el 11 de abril de 1864.

Manuela Mejía Cotes, nacida en 1850. Contrajo matrimonio con Ramón Vidal Lovatón Alida. Son los padres de Ramón Lovatón Mejía, notable munícipe de la ciudad de Santo Domingo.

Félix de los Santos Mejía Cotes, nacido en 1851; Daniel Francisco Mejía Cotes, nacido el 21 de julio de 1853;  Altagracia Mejía Cotes, nacida el 30 de enero de 1855, casó con el ciudadano haitiano Tomás Remy Moreaux; Juana Mejía Cotes, hermana gemela de Altagracia; Patrona Emilia, nacida en 1858, casó con el ciudadadano francés Antonio Lorenzo Nassica, natural de Córcega y Lolita Mejía Cotes nacida el 28 de junio de 1870.

El primogénito, Pedro María Mejía Cotes nació en el común de San Carlos en 1844. Fue bautizado el 28 de abril de 1845 y fueron sus padrinos el eminente ciudadano y escribano de la parroquia de Santa Bárbara y signatario del acta de la independencia Félix Mercenario y Montaño, así como María Mejía.

Don Pedro, desde su juventud, se dedicó al servicio de las armas y fue un destacado militar.

Su destreza, honradez y valentía le hicieron escalar rápidamente  a los rangos más altos del escalafón militar, de manera que con sólo 24 años ostentaba el rango de capitán.

 Perteneció al batallón Ozama y Restauración.

El 12 de febrero de 1868, fue ascendido a teniente coronel por el general de los Ejércitos y jefe superior de operaciones del campamento de San Carlos, el general Carlos de León.

En el ámbito político, Pedro María Mejía siguió los ideales políticos del caudillo Buenaventura Báez. Llegó a ser un notable líder baecista y  participó en el movimiento revolucionario llamado “de regeneración” iniciado por Báez. Como su carrera de militar fue dilatada,  él sirvió a numerosos gobiernos. Durante el gobierno del presidente Ulises Hereaux, permaneció ajeno a esa administración y se negó a aceptar cualquier empleo público, a pesar de la insistencia por parte de Lilis.

En el ámbito privado, se dedicó a la agricultura y fue poseedor de varias haciendas, tales como: La Primavera, La Rafaelita y la de Santa Ana, situadas en las cuevas del mismo nombre y que hoy comprende una buena parte del sector La Esperilla. Llegó a poseer veintiocho viviendas y se han verificado protocolos notariales donde figura la compra de dos inmuebles al doctor Heriberto de Castro, con fecha 31 de marzo de 1890, y con el notario público Claudio Polanco como certificador de la transacción.

La primera casa estaba ubicada en la calle San José esquina de La Cruz y la transacción se llevó a cabo por la suma de $9.200.  La segunda casa estaba ubicada en la calle Consistorial, lindando con las casas de don José García y con las casas de Osvaldo y Ramón Beaez, por la suma de $4.500.

Después del asesinato, del presidente Ulises Hereaux, el 26 de julio de 1899, en Moca, asciende a la Presidencia, el vicepresidente general Wenceslao Figueroa Manolao. El gobierno sólo duró un mes, y después de su renuncia y ante la avanzada de las fuerzas dirigidas por el general Horacio Vázquez, el Poder Ejecutivo quedó bajo la dirección de una junta encabezada por el gobernador Pedro María Mejía Cotes, el licenciado Alvaro Logroño, Mariano Cestero y el general Arístides Patiño.

En los sucesivos gobiernos de Horacio Vázquez, Juan Isidro Jiménez y el general José Bordas Valdez, don Pedro ocupó la gobernación  de la provincia de Santo Domingo.

En 1914, asumió la presidencia  el doctor Ramón Báez Machado, hijo del general Buenaventura Báez quien seleccionó un gabinete personal, unidos por el parentesco familiar, o por amistades probadas en su solidaridad y lealtad. El general Mejía Cotes fue nombrado en el Ministerio de Agricultura y en Inmigración.

El final de la vida del general Pedro María Mejía Cotes estuvo marcado trágicamente por la intervención norteamericana de 1916. Nacionalista a ultranza, fue un opositor intransigente a la intervención norteamericana. Cuentan las anécdotas orales de la familia, que retirado de la vida pública, vivía en la calle José Reyes, en las cercanías de la iglesia Regina Angelorum.

Todos los día el general Mejía Cotes, desafiando al ejército invasor izaba la bandera dominicana en su hogar.

Los norteamericanos que tenían un puesto cercano  a la casa, se apersonaron y bajaron el pabellón lo que dio lugar  a un altercado entre el general furioso y los interventores.

El general Mejía, desafiante volvió a izar la bandera y los norteamericanos sin dudar un instante se lo llevaron preso.

Gracias a los buenos oficios de autoridades nacionales, la intervención de familiares y amigos fue puesto en libertad.

Pero el general ya no volvería a ser el mismo. Regresó desesperado, volvió a izar la bandera nacional y se envenenó sin mediar palabra.

El general Pedro María Mejía Cotes, murió el 15 de junio de 1919, a los 75 años de edad.

“Había muerto el general Pedro María Mejía Cotes pero lo había hecho con la bandera dominicana puesta en alto”.

Fuente: Investigación genealógica, documentos y archivos familiares de Jail Aurich.

e.mail:g.azcarate@verizon.net.do

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