La familia: primer refugio

La familia: primer refugio

La casa de mi abuela no era la más segura, ni la mejor del barrio, ni la más confortable de todas las de sus hijas e hijos, no era tan grande como para albergar en ella a sus seis hijos con sus respectivos nietos -llegamos a ser 42 en total-. Cuando se anunciaba un huracán, una huelga o cualquier acontecimiento que implicara peligro, esa casa era el refugio de todos.
En la guerra de abril del año 1965, todos nos refugiamos en casa de la abuela, todavía el número de nietos no llegaba a los 42-, pero sí éramos un gran grupo que nos alegrábamos por estar juntos cobijados en un mismo techo donde disfrutábamos de una comunidad familiar compartiendo lo que aparecía “como buenos hermanos”.
Estar todos juntos nos hacía más fuertes, nos sentíamos seguros, pese a los disparos que se escuchaban casi todas las noches, a la falta de luz y de muchas cosas esenciales para la vida como era la escasez de alimentos, porque los campesinos temían ir a venderlos a la ciudad.
Escuchar las noticias en un radio de pilas era casi obligado, pero solo teníamos dos emisoras: la de los constitucionalistas y la de los militares. Era más fácil informarse a través de emisoras de Colombia y Venezuela y ni qué decir de “radio bemba” cuyas noticias eran más que fascinantes: los rebeldes estaban “ganando” siempre. Los hombres ranas eran más poderosos que todo el ejército regular y así se tejió el mito de un pueblo invencible.
Contar lo que pasó en la Revuelta de Abril no es el objetivo de mi entrega, pero sí destacar el valor que tiene la unidad de la familia, sobre todo en los tiempos difíciles y cómo este núcleo social está en crisis, debemos hacer un alto para recuperarla porque ante lo expuesta que está la humanidad, la familia tendrá que ser de nuevo el fortín para repeler las amenazas.
El crecimiento demográfico, la desigualdad social manifestada en la falta de oportunidades para satisfacer la demanda de empleo, alimentos y educación de la creciente población, junto a la imperiosa necesidad de sobrevivir, han sido en parte la causante de la crisis de la familia.
Las madres, que fueron siempre el soporte debieron salir a trabajar, algunas emigraron y dejaron a sus hijos con parientes; las carencias económicas generadoras de violencia han dejado lacerado a ese núcleo importante de la sociedad; ahora con la tecnología se presentan los riesgos y amenazas, pero también la oportunidad de recuperarnos a través de las redes sociales que juntan de manera virtual a la familia. A través del Wasap, se han formado grupos familiares que mantienen comunicación virtual y es un paso importante para el inicio reencuentro real.

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