El Ministerio de Educación en su orden departamental No. 33-2019 establece como prioridad el diseño e implementación de la política de género lo que ha generado un debate en el ámbito nacional en el que se establece “que se quiere implantar una ideología de género que afecta a la familia”.
Muchas familias con distintas estructuras (nucleares, extensas, monoparentales…) promueven prácticas, relaciones y discursos fundamentados en una ideología de género con énfasis en la desigualdad de género, se expresa en muchas dimensiones, entre los cuales tenemos:
• Tiempo y dedicación exclusiva de las mujeres a las tareas de cuidado, elaboración de alimentos, limpieza, higiene, educación y salud con extensión hacia las niñas y adolescentes. Excluyendo de estas tareas a niños y hombres.
• Predominio de la maternidad por encima de la paternidad. El machismo y la promoción del hombre con el único rol de proveedor lo ha excluido de su desempeño como padre mutilando su relación afectiva con sus hijos/as. Además de que muchos no tienen contacto con hijos e hijas de varias parejas, muchas veces simultáneas.
• Violencia de género. Al interior de las familias nucleares, continuamente la niñez y adolescencia crece afectada por el maltrato físico y psicológico de sus padres hacia sus madres o matarlas. Esta violencia se reproduce en los hijos e hijas en los roles de agresor y víctima.
• Sistemas de control desiguales para la población femenina y masculina. Las niñas tienen muchas restricciones de horarios, tareas y menos tiempo para el juego. Sin embargo, los niños se educan en la permisividad y descontrol en el que no se les exige presencia en el hogar, sino que se entiende que la calle es su escenario principal.
• Esa dicotomía entre mujer de la casa y hombre de la calle afecta a la familia y genera violencia, desprotección y vulnerabilidad.
Todos estos aspectos muestran que existe una ideología de género en la familia que tiene orígenes históricos en el Patriarcado y que se ha mantenido a través de los años. Basada en la desigualdad y la violencia de género.
Se necesita cambiar estas representaciones culturales para lograr que las relaciones entre hombres y mujeres sean relaciones basadas en la felicidad, la armonía y la igualdad.
Es una tarea en la que el Ministerio de Educación tiene un rol fundamental como el ente social responsable de velar por la formación de hombres y mujeres agentes de cambio con iguales derechos y participación en los procesos educativos con calidad. Todos los sectores de la sociedad debemos fomentarlo desde la relación familia-escuela-comunidad hacia una sociedad donde la paz y el amor sean sus pilares fundamentales.