La fascinación del Parque Temático

La fascinación del Parque Temático

A veces uno no sabe sobre qué escribir. Se cansa de  denuncias  que nadie  hace caso y busca  elementos de distracción. El Parque Temático, por ejemplo. Obra  fruto de la fértil imaginación de su ideólogo,  el Ing. Roberto Salcedo, Alcalde del Distrito, pensada  para resolver un conflicto ambientalista y de la cual, el Alcalde, se siente patéticamente orgulloso. Obra polémica, sin duda, que ha suscitado agrios y favorables comentarios y  dividido la opinión pública en dos bandos opuestos.

Unos opinan que el señor Alcalde debe ser,  poco más o poco menos, un tarado; un cretino que en medio de una campaña electoral  ha levantado tanta roncha. Se le ocurre inaugurar un adefesio gigantesco, a un costo insospechado, ubicado en medio de avenidas  excesivamente congestionadas, tóxicas, por un tránsito vehicular que no da paso; otros, quizás más compasivos o con visión estética mas dilatada, opinan que no. Consideran a Don Roberto un mastozoólogo, o poco menos,  y que esa grandiosa obra, lejos de disminuirle  votos, aumentan su simpatía electoral y su prestigio y que, en un futuro no lejano, esos que la combaten serán los apologéticos  que entonarán sus loas.

Me viene a la mente  la Torre Eiffel. Un inaceptable atentado contra el ordenamiento, ornato y belleza de la Ciudad Luz, que quisieron destruir los parisinos dispuestos  a linchar a su creador, y hoy es una de las grandes maravillas arquitectónicas, admirada mundialmente, siendo uno de los monumentos más emblemático, orgullo no sólo de los franceses, también de la humanidad, digna de ser preservada.

Ciertamente, su genialidad ha recreado al temible mono Gorila, la peligrosa serpiente Cobra, el mastodonte Elefante, la arrogante Águila Imperial, el taimado Cocodrilo, la simpática Jirafa africana, no son estas espécimen propio de nuestra fauna, como lo son la Araña Cacata, la azarosa Lechuza y la Tortuga  que no  acaba de morirse. Pero  todas y  cada una de esas  variadas especies exhibidas en el Zooberto Park, las autóctonas y las que no lo son, aquí las tenemos por pila y conviven con nosotros,  ambientadas y aceptadas, como si tal cosa.  Son propias de nuestro rico folklore criollo, debidamente ilustrado en la clase gobernante que desgobierna, representada por políticos corruptos, oligarcas inescrupulosos,  militares y policías, aliados a funcionarios y empresarios que degradan el prototipo de lo que deberían ser: modelo de transparencia, de honestidad, de austeridad y decencia, sólo al servicio del bienestar general y del desarrollo de  la nación. Roberto tiene razón.

En lo que a mi respecta, mi personaje es un político ducho.

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