¿La fe lo justifica todo?

¿La fe lo justifica todo?

Era una tarde bonita. El sol se marchaba, cauto, y comenzaba a dibujar una paleta multicolor en el cielo.

Todo estaba tranquilo. Santo Domingo parecía estar rodeada de paz y, con esa sensación de solaz, me dirigí hacia la Zona Colonial.

Fue entonces cuando todo se complicó. Al tomar la calle Padre Billini, con intención de llegar hasta la Isabel La Católica, descubrí que el infierno se presentaba frente a mí: un gran tapón abrazaba todas las calles del área.

Sin tiempo ni manera de devolverme, no me quedó más que encomendarme a Dios y esperar. Minutos después llegó la sorpresa: el atasco se debía a una procesión con motivo del primer viernes de Cuaresma.

No puedo decir que maldecí. Pero no me faltaron ganas. Y es que, con todo el respeto que merecen la Iglesia y sus files, me parece irracional que hagan una procesión a las seis de la tarde. ¿Peor aún? Que no avisen que el tránsito estará cortado a esas horas.

Quizás algunos dirán que pequé de olvidadiza. Es cierto. Sin embargo, pensado en los que no creen y no están pendientes de las cosas de la Iglesia, me parece que no se puede irrespetar el derecho de los demás en nombre de la fe.

Eso es lo que sucede, por ejemplo, con los cristianos que se apuestan todos días cerca del Hospital Padre Billini: aunque en apariencia hacen algo bueno, ya que proclaman la palabra de Dios, al hacerlo perturban a los enfermos con sus plegarias. Es ahí, cuando no se piensa en los demás que violamos hasta los pensamientos, puesto que olvidamos aquello de amar al prójimo como a ti mismo.

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