La fe y las obras

La fe y las obras

POR LEONOR ASILIS 
De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: “Tengo fe”, si no tiene obras. ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: “Idos en paz, calentaos y hartaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir:

¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y tiemblan. ¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril? Abraham nuestro padre ¿no alcanzó la justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección? Y alcanzó pleno cumplimiento, la escritura dice: Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia y fue llamado amigo de Dios. Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente. -Santiago 2,14-24.

Por otra parte, San Pablo nos enseña que nos salvamos por la fe. ¿Podríamos decir que se contradicen Pablo y Santiago? Obviamente que no. Se complementan!

Y es que si tenemos fe, necesariamente nos moverá a las obras. No se concibe la fe sin obras. La fe es activa, dinámica y caritativa. De hecho produce obras fácilmente. Hasta la mínima acción de que le proporcionemos una sonrisa al otro es producida por la fe que tenemos en el Dios que nos ama y procura que vivamos en su amor.

Es mas, si seguimos profundizando nos percataremos de que las obras sin fe no sirven a nivel espiritual, ya que todo cobra sentido cuando lo hacemos por amor a Cristo. (A modo de ejemplo, tristemente vemos mucho alarde de algunos donativos empresariales que se efectúan solamente movidos por elevar la imagen pública).

Si seguimos analizando, podríamos preguntarnos: Acaso Dios necesita nuestras obras para amarnos? Por supuesto que no!

Nos ama porque nos ama. Nos ama porque somos sus hijos. Cuando obramos, es sencillamente porque correspondemos de forma finita a su amor infinito. Ahí esta nuestra fe. Aceptar su amor y corresponderle de acuerdo a nuestros sentimientos. En la medida que percibamos su amor, en esa misma medida obraremos.

La clave de nuestra correspondencia está en percibir su gran amor.

A continuación algunas citas de Santos Padres referentes al tema:

“Que cada buena obra que llevemos a cabo sea hecha para la gloria de Dios, y entonces será también para nuestra gloria. El cumplimiento de los mandamientos es santo y puro solamente si es hecho teniendo al Señor en la mente, con temor de Dios y amor por Él. (San Efrén el Sirio).

“Todos los que deseen ser salvados no sólo deben evitar el mal, sino que están obligados a hacer el bien; como está dicho en los Salmos, ‘Alejaos del mal, y haced el bien’ (Ps. 33:14). Por ejemplo, si alguien es propenso a la ira, no solamente debe dejar de enojarse, sino que debe volverse manso. Si alguien es soberbio, no solamente debe dejar de ser soberbio, sino que debe volverse humilde. (Abad Dorotéo).

“No toda buena obra es considerada una buena obra, solamente es una buena obra aquella que es hecha para Dios. Los aspectos externos de la obra no constituyen su esencia, Dios ve el corazón. Como debemos humillarnos, viendo, que a cada buena obra se mezcla la pasión. Un pecado que esta cubierto por una máscara de bondad entra clandestinamente y daña las almas de quienes no se examinan a sí mismos con los Evangelios. La bondad del Evangelio requiere de abnegación, la renuncia a la propia voluntad y mente” (Starets Nícon).

leonor.asilis@verizon.net.do

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