La Organización Mundial de la Salud define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, es decir que no se trata solo de la enfermedad física, sino que por igual los aspectos psíquicos y emocionales están envueltos en su definición. El mundo entero está viviendo una verdadera pesadilla con esta pandemia y por ello, los estados mentales de la gran mayoría de los ciudadanos del mundo no están en su mejor momento. El nivel de «bienestar» de la comunidad incluye una buena salud emocional y el estado de satisfacción vital de las personas. Entre los libros leídos en este encierro está el cerebro feliz de la autoría de Dean Burnett neurocientífico inglés.
Mis amables lectores, como ya les he compartido anterior y reiteradamente, saben que considero que la felicidad tiene 5 «íes»: inmediata, intransferible, innegociable, íntima e indefinible. El cerebro es un espacio increíblemente complejo y las técnicas que se utilizan para estudiarlo en detalle todavía no nos dan respuestas de en dónde reside la felicidad. Una candidata importante sería la vía meso límbica o circuito de la recompensa, se encuentra profundo en el medio del cerebro y es el área que se encarga de que obtengamos una sensación gratificante cuando hacemos algo placentero. Para otros, cuando se habla de felicidad y placer se activa el núcleo estriado (una almendra en la profundidad cerebral); para otros el territorio de la corteza prefrontal izquierda es la que más se excita cuando somos felices. Entonces podemos concluir que son varias las áreas cerebrales que participan de nuestra felicidad. Todavía andamos dirimiendo cuál es la vía «idónea» o «correcta» para aislar y definir plenamente las áreas cerebrales de la felicidad.
El prominente psiquiatra Dr. José Miguel Gómez en su columna de los lunes en este diario la del dos enero del 2017, escribió esto que hoy tiene en el contexto de esta pandemia una vigencia extraordinaria:»La triada: motivación, optimismo y esperanza, la viven y la asumen los que son conscientes de su propia existencia. Los que han logrado asumir propósitos saludables, deberes defendidos y sentido de vida. La motivación de dónde surge, quién la provoca y la estimula, por qué se convierte en el combustible humano para ir detrás de los objetivos y metas». El motivado es perseverante y tiene la acumulación de potencias para mover los recursos interiores asentados en el cerebro, en estas circunstancias actuales se necesita de ese deseo de seguir viviendo, de tratar de alcanzar una motivación para ser feliz aun en estas adversas circunstancias que estamos atravesando. El optimista, por más oscura y sinuosa que ve la ruta, siempre espera un trecho mejor. No olvides que por grande que sea una tempestad, siempre habrá un momento de calma y rigor por grande que sea el castigo. Así como las aguas buscan su nivel, el dolor pasa, la tristeza se disipa, las fechas se cumplen.
La esperanza es sentir una resuelta decisión que alimenta las energías con propósitos de triunfo, es pensar positivamente, es no desmayar para lograr que lo anhelado se logre más tarde con firmeza y alegría, basadas en las expectativas de que vendrán tiempos mejores. En los tiempos difíciles resistencia no es igual a resiliencia, recordemos que el individuo vulnerable al estrés cuando se originan condiciones perturbadoras como las actuales se traduce en distintos cuadros de ansiedad, angustias, llanto, mareos, claustrofobia, irritabilidad, insomnio o depresión. La resiliencia es la capacidad que tiene el humano al enfrentar situaciones hostiles y/o aversivas de salir más fortalecido tomando sabiamente la adversidad como un aprendizaje personal. Es a lo que aspiramos para todos los dominicanos como nación. No tenemos la localización exacta de la felicidad en el cerebro pero podemos enfrentar esta pandemia haciendo el esfuerzo necesario conducente a una disposición de serenidad consiente. Estos son momentos que nos obligan a todos a hacer valer la conciencia normativa, útil para moderarnos y llegar a situaciones aceptables dentro de la vorágine. Seamos serenos, porque el sosiego y la apacibilidad son elementos constitutivos de las esencias más puras del alma. Dentro de la adversidad luchemos por ser felices, no nos dejemos abatir. Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos, volverán los abrazos y los besos con el mejor de los vinos y alabaremos la suerte de tener la familia y los amigos juntos nuevamente en ausencia de miedo. ¡Fortaleza en la adversidad!