La Feria Internacional del Libro

La Feria Internacional del Libro

Precedido por el atractivo y llamativo afiche preparado para la promoción de la Vigésima Feria Internacional del Libro, esta llega a los dos días finales del evento. Todo en el medio del éxito con su acostumbrada asistencia masiva pese a tantas lluvias desde el pasado día 20.
Esta vez el público ha disfrutado de las exhibiciones de libros muy interesantes así como la puesta en circulación de varias obras de autores dominicanos. Lo importante ha sido el apretado programas de conferencias ofrecidas por reconocidos intelectuales latinoamericanos, que invitados por el Ministerio de Cultura, ofrecieron sus conocimientos para ilustración y apoyo a los esfuerzos de la intelectualidad dominicana para estar a las alturas de sus colegas hemisféricos.
La feria tuvo una dedicatoria muy merecida a un gran intelectual y poeta dominicano ido a destiempo, René del Risco Bermúdez. Su obra inconclusa es muy bien valorada por los intelectuales dominicanos. Y al país que se le dedicó la Feria fue al Paraguay una tierra de valientes y aguerridos guaraníes así como de plumas valiosas que sus aportes han engrandecido la calidad literaria hispanoamericana. Ahí brilla con luz propia la obra de Augusto Roa Bastos fallecido en el 2005.
La novedad de este año ha sido sacar la «feria de la feria» para llevarla a otros locales diseminados por la ciudad. Esto ha permitido, ya con la experiencia de la pasada semana, demostrar que el dominicano se siente atraído por el evento de la feria, aun cuando se llevaron pocas actividades fuera del recinto tradicional de la Plaza de la Cultura.
Por la asistencia a la Plaza de la Cultura muchas veces no se disfrutan plenamente los eventos culturales como las conferencias o las presentaciones de libros. Existe a veces una colusión en los intereses de los asistentes. Una parte del público acude por lo cultural y ver los libros y sus novedades para adquirirlos, en especial los que publica el Archivo General de la Nación.
El Archivo General de la Nación ha dejado de ser la cenicienta de las entidades gubernamentales para ahora ser la depositaria confiable del acerbo histórico con sus colecciones preservadas y disponibles en económicas ediciones. La actual dirección nos tiene acostumbrados a la intelectualidad y amantes de los libros a recibir las noticias casi semanal de nuevas publicaciones bien documentados sobre hechos históricos nacionales. Pero el grueso de la asistencia es para la chercha y disfrutar de alimentos y refrescos que se ofrece en determinados estands.

A la Feria asiste una variopinta concurrencia que le da un colorido muy criollo al evento. Eso mantiene una asistencia masiva de un público que por las calles internas se dificulta transitar con los escolares que cada mañana han estado asistiendo llegados de los centros escolares de todo el país, los grupos de los «ni-ni» que se mezclan con los interesados en la cultura. Hay una variedad humana que le imprime un especial atractivo de la cultura dominicana como ocurre cada año.
Unos buscan lo cultural pero otros van por la novedad de un evento que reúne a los capitaleños y los provincianos. Se disfrutan de los paseos por las calles de la feria preñadas de una muchedumbre en búsqueda de escuchar ahora música seleccionada que no ha sido la de calle. También disfrutar de los aperitivos que se expenden en los diversos sitios facilitados para la ingesta de alimentos.
Esta vigésima feria internacional del libro presenta varias innovaciones. Todo para devolverle el sentido cultural y desterrar el énfasis que tenían las del pasado donde el jolgorio festivo del dominicano estaba en su más alto grado de emociones desatadas. Lo del libro era algo secundario. Pero esta vez el libro ha recuperado su importancia por el interés demostrado por el público asistente que no solo buscaba distracciones mas allá de las publicaciones.
La calidad de la feria ha quedado evidenciada por el fuste de los intelectuales dominicanos y latinoamericanos, en especial paraguayos que le han dado una presencia de valor por sus interesantes conferencias que se han llevado a cabo cada día. La mayoría de las conferencias tuvieron lugar en el salón de conferencias del Museo de Arte Moderno así como en la Biblioteca Nacional y salones especiales habilitados para esos fines.
La dirección de la Feria tuvo un buen tino para elegir a los intelectuales y escritores para ser los expositores de cada noche. Cabe destacar a Leonardo Padura, Raúl Zurita, Sofía Macías, Carmina Estrada, Roger Salas, Carlo Frabetti, Jesús Losada, Alcaraz de Silvero, Miguel Mena, Chiqui Vicioso, Helene Weldt-Basson, Saul Sosnowski, Edgar Paiewonsky-Conde, Rafael Núñez Cedeño, Jorge Urrutia. Todas figuras muy conocidas en sus ámbitos culturales de sus naciones y del hemisferio.

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