La fiebre del dólar ataca de nuevo a los argentinos

La fiebre del dólar ataca de nuevo a los argentinos

BUENOS AIRES. AFP – Argentinos al borde del ataque de nervios por el cepo cambiario que impuso el Gobierno se meten ahora en clandestinas «cuevas» financieras para pagar precios desorbitantes por los dólares, una pasión tan nacional como el fútbol o la carne al asador.

Las «cuevas» proliferan porque se bajó la persiana en el mercado oficial y cuadrillas de inspectores de la agencia de impuestos, munidos de perros que olfatean billetes verdes, espantaron a los vendedores informales llamados «arbolitos» que se plantaban en las calles.

«¡El dólar es casi una enfermedad en Argentina!», sonríe el economista Miguel Kiguel, director de la compañía EconViews y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en declaraciones hoy a la AFP.

En una oficina en el corazón de la City financiera porteña, Kiguel afirma que «el origen de esto son los años de inestabilidad, ¡décadas así!, donde a la gente le confiscaron ahorros en pesos o bonos, o sus depósitos en dólares en 2001, con los pesos destrozados por la inflación».

La fiebre rebrotó cuando la presidenta Cristina Kirchner lanzó controles de cambio y de importaciones para cuidar reservas monetarias por 46.000 millones de dólares y conservar el supéravit comercial de 10.000 millones de dólares.

«El objetivo es permitir que el Banco Central junte los dólares necesarios para pagar la deuda en un contexto donde se optó por no salir a los mercados», afirmó el economista y consultor de empresas Miguel Bein, quien calculó en unos 7.000 millones de dólares los vencimientos hasta fin de año.

Mientras tanto las pizarras muestran un tipo de cambio de 4,51 pesos por dólar, pero la divisa se negocia bajo cuerda con el eufemismo de «Blue», para no decir «Negro», a más de 6 pesos a los más desesperados.

La cacerola dolarizada. Sólo un 3% de los 40 millones de argentinos ahorra en dólares, según estadísticas del Gobierno, pero existe una fiebre por los billetes con la imagen de Benjamín Franklin.

«Yo no compro dólares pero tiene que haber libertad para hacer lo que uno quiere con el dinero», proclama ante la AFP Augusto, un joven productor agropecuario mientras golpetea un tambor en la elegante Avenida Santa Fe en medio de un «cacerolazo» convocado por fanáticos opositores a Kirchner.

Augusto, con una bandera argentina al cuello, camina al compás de la estridencia de las cacerolas de unos 4.000 vecinos de clase media y alta que gritan ante las cámaras y los micrófonos de prensa que odian a la presidenta, a la corrupción del gobierno, a la falta de libertad para comprar dólares y a la inseguridad.

Ana y Blanca, amas de casa de unos 45 años, y Rocío, una estudiante de ingeniería, le dicen casi a coro a la AFP que «con este tema del dólar se restringen exportaciones e importaciones».

Detrás de ellas, otras mujeres desafían una temperatura bajo cero en camino a la Plaza de Mayo para protestar frente a la Casa de Gobierno y agitan pancartas con leyendas como «Yo hago lo que quiero con mi plata» o «Quiero tener mis ahorros sin dar explicaciones».

«¿A qué ataca esta inseguridad económica? Ataca a nuestra indefensión.

 Esto es no saber adónde vamos y necesitar elementos del mundo externo para afianzarnos», analiza desde su consultorio de psiquiatra Lía Rincón, directora de carrera en la estatal Universidad de Buenos Aires (UBA).

Rincón, con una mirada de tinte freudiano, típica del terapeuta argentino, dice que «la codicia es otro elemento fundamental ¿no? La necesidad de acumular y que con esta incertidumbre económica no se puede».

¿Pesificar a costa del crecimiento? 

En las últimas semanas, los únicos dólares que salen por ventanilla en bancos o casas de cambio están destinados a turistas que viajan al extranjero, mientras que el ahorro en divisas es rechazado por la agencia de impuestos con la implacable respuesta: «No consistente». 

«La gente debe acostumbrarse a que no puede cobrar en dólares. No podemos volver a la convertibilidad (un peso igual a un dólar)», que terminó en la megacrisis en 2001, comenta Mario Rapoport, del Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales (IDEHESI).

Pero la angustia de los argentinos que tienen al dólar como objeto de deseo no cede y hasta Kirchner tuvo que anunciar por televisión y en cadena nacional que convertía en pesos un depósito bancario de 3 millones de dólares.

Proyectos de pesificación de la economía, para eliminar contratos inmobiliarios en dólares, se barajan en el Congreso, pero hay temor a crear un efecto contrario.

«Intentar una pesificación forzada es difícil. Se corren riesgos de que la actividad económica se limite», advierte el economista y consultor Eduardo Curia.

Las consultoras están corrigiendo a la baja el crecimiento, que venía fuerte a un promedio de 8% anual, y el país está en el umbral de un crudo invierno económico.

«Podemos caer en estanflación (inflación más depresión).

El dólar es un refugio en Argentina. Pero en Brasil o Chile se prefieren instrumentos indexados con una tasa de interés alta.

Es el precio que pagan para tener una moneda más fuerte», recomienda Kiguel.   Mientras tanto en las «cuevas», los especuladores hacen pingües negocios con los ansiosos adoradores del dólar.   

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