La fiebre no estaba en la sábana

La fiebre no estaba en la sábana

TEÓFILO QUICO TABAR
Cuando se inició aquel proceso de modificación constitucional que a la postre abortó la ley para que se le permita a los presidentes poder optar por otro período consecutivo, utilizando más o menos el modelo norteamericano, le argumentamos a amigos  interesados en el funcionamiento del sistema democrático, que  debían pensar muy bien antes de modificar la Constitución, porque también habría que modificar otro conjunto de cosas para que el sistema funcione como ocurre en el país que serviría de modelo.

Pero ocurrió, que como ya había un plan trazado, les habían bajado líneas o sencillamente se dejaron llevar de unos estilos «modernizantes», se olvidaron de que adolecemos de muchísimas debilidades institucionales que imposibilitan el funcionamiento cabal de las cosas, especialmente cuando del poder se trata.

Se ha dicho incluso en tono de broma,  que este es un país muy especial, porque ha existido siempre la tendencia a que casi todas las cosas se hagan de formas ambiguas. Siempre se deja un trillo por donde salir o una ventana por donde tirarse. Es un estilo demasiado especial que junto a las influencias de los sectores de poder, no permiten el sano y correcto funcionamiento  de  las normas y las leyes.

Luego de mucha lucha por acabar con la reelección porque socavaba las bases democráticas. Porque se utilizaban los recursos del poder de manera indiscriminada. Porque constituía el principal muro de contención a la institucionalidad, de buenas a primera, se les ocurrió modificar uno que otro artículo de la Constitución para que se le permita a una persona canalizar sus intereses  políticos o sus antojos mesiánicos, pero dejando intactos los demás artículos y conjuntos de leyes que imposibilitan la verdadera institucionalidad democrática.

Qué bueno. Modificar un artículo para rehabilitar la reelección, pero sin modificar las demás cosas para que funcionen  igual como ocurre en los Estados Unidos, donde los poderes son realmente independientes. Donde los presidentes no pueden hacer uso de los recursos del estado en campañas político-partidarias, so pena de ser enjuiciados. Donde los gobiernos no pueden utilizar los medios de comunicación y los anuncios de manera personal o política. Donde los medios de comunicación tienen que hilar muy fino para volcar sus ímpetus en contra de determinado partido o candidato. Donde los funcionarios  respetan a los ciudadanos.

Así sí es bueno. Comparar nuestro país con los Estados Unidos en un artículo de la Constitución  que  permita   optar  por otro período, pero dejándole al presidente, llámese como se llame, todos los poderes para que pueda hacer y deshacer, mediante otro artículo  constitucional, que de por sí, debió ser el escudo fundamental en contra de la posibilidad de permitir nuevamente la  reelección.

El día que se modifique el artículo 55 de la Constitución y se le quiten esos poderes faraónicos al Presidente. El día que los medios de comunicación no sean tan dependientes de los gobiernos. El día que la Junta Central Electoral no esté de una forma u otra condicionada por el gobierno. El día que el gobierno deje de tener tanta influencia en casi todas las cosas del país, incluyendo las de orden religioso. El día en que  instituciones como la justicia, el Congreso,  los ayuntamientos sean verdaderamente independientes sin posibilidad de que el gobierno las castigue, los militares verdaderos militares, ese día podríamos estar nuevamente   de acuerdo conque se prohiba la reelección.

Que se prohiba  por todo lo que se ha argumentado y por lo que se podría añadir. Que se prohiba, no solo por lo que  dicen aquellos que  no tienen la oportunidad de llegar para poder optar. Que se prohiba, porque aquí las cosas dependen  de los antojos y sueños de los presidentes.


Se pretendió darle medicina contra la fiebre a la  sábana, pero al paciente que es el débil sistema institucional se dejó enfermo. La historia se ha encargado de demostrar que mientras no se modifique el fondo, el problema de la reelección no era solo  nombre.  Todo se convierte en una repetición de lo mismo. Con algunas diferencias, pero al final, los mismos métodos y los mismos resultados.

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