La fiesta de los muertos

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Aquí hay fiestas para todo y para todos, se celebra para los vivos y para los difuntos,  y es que un día como hoy, dos de noviembre, se conmemora el Día de los Muertos, que más que una festividad católica es una celebración donde  se encuentran cara a cara  las culturas cristianas y paganas, en este caso prehispánicas,  por precisar un poco; donde se entremezclan diferentes manifestaciones y actitudes ante la muerte: luto, dolor, colorido y festividad.

Esta celebración está dividida en dos actos, según los lugares: el Día de Todos los Santos el primero de noviembre y el Día de los Muertos el dos de noviembre.

En el Día de Todos los Santos, se celebra la fiesta de todos los mártires que tuvieron una vida ejemplar así como la de los niños difuntos. Es un acto pequeño en comparación con la del Día de Muertos. Algunas tradiciones acostumbran a confeccionar altares a los Santos dentro de las iglesias, y en otras, las familias visitan los cementerios y adornan  las lápidas  de sus niños ya fallecidos con juguetes  y dulces.

El Día de los Muertos es la máxima festividad de los occisos. La celebración está plagada de  costumbres. Para muchos, es simple  como llevar flores a las tumbas, pero para otros representa todo un rito que comienza desde la madrugada cuando las familias construyen altares sobre las lápidas de sus finados, estos sagrarios tienen un gran significado ya que con ellos se cree que se ayuda a sus seres queridos en el camino hacia su destino final.

La mayoría se conforma con elaborar un altar más sencillo dentro del hogar,  sobre una mesa o aparador cubierto con un mantel donde se coloca  una fotografía de la persona fallecida, uno o varios  velones,  adornos florales y algunos recuerdos. Existen otras muchas manifestaciones para venerar a los muertos dependiendo de los grupos étnicos y de sus tradiciones.

Inevitablemente en los últimos tiempos la transculturación  norteamericana  ha opacado bastante  estas  tradiciones permeándonos con su fiesta de Halloween, que por otro lado ni siquiera es propia sino una ancestral tradición celta.  

Y es que para nosotros,  los dominicanos, cualquier pretexto es bueno para celebrar… incluso la muerte.

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