La fiesta del Chivo antimemoria moral para un tirano ajusticiado en la pantalla

La fiesta del Chivo antimemoria moral para un tirano ajusticiado en la pantalla

POR CARLOS FRANCISCO ELÍAS
1. CINE Y LITERATURA PARA LA FIESTA DEL CHIVO.

Sería un sacrilegio no recordar apellidos como Metz, Eisenstein, Mitry, Baldelli, Martin, Bazin entre otros, cuando me refiero al tema del cine y la literatura. El relato fílmico tiene sus convenciones particulares, que lo hacen específico y lo diferencian del relato literario, especialmente el que proviene de la fuente de la novela.

En la historia del Cine Mudo Norteamericano, ( American Silent Movie ) el teatro fue una fuente muy especial y nutriÓ el séptimo arte allí desde sus inicios: fue un punto de partida esencial hasta que aparecieron los guiones originales.

En otras palabras, el cine siempre ha impuesto lo particular de su lenguaje cuando aborda una novela, porque hace una puesta física del texto, ofrece imágenes concretas, diferente a la experiencia del lector que debe imaginar en la novela todo lo que lee, porque mentalmente y en su soledad de lector el mismo hace su puesta en escena según lo que imagina.

El cine ofrece desde el punto de vista profesional una puesta en escena avalada en otros códigos propios de su constitución como arte visual con una especificidad inconfundible.

Entendido esto, no hay razón entonces (solo el desconocimiento del tema, la ignorancia crasa, que siempre es osada y afrentosa, puede decir lo contrario) para exigirle al cine que haga la reprodución textual de una novela o cualquier otro texto literario.

Las personas que quieren que el cine le reproduzca textualmente una novela, le quieren mutilar al cine su universo imaginativo e ignoran sus propiedades intrínsecas como narrador nato visual.

Normalmente, cuando escucho comentarios elementales sobre el tema, mido el nivel de formación de las personas, por esos comentarios.

El cine está llamado a reflejar el espíritu de las ideas, especialmente cuando a su seno llegan obras escritas en la mejor de las ortodoxias literarias, dícese: cuando la novela, el relato o el cuento literario no es muy visual, sino simplemente textual.

En el caso particular de la Fiesta del Chivo, versión novela, los guionistas de la película tenían la pauta narrativa de Mario Vargas Llosa, el autor literario. Porque en la Fiesta del Chivo versión novela, el carácter narrativo de la obra tenía los perfiles de una novela que prefiguraba visualmente un posible guión fílmico, no estoy diciendo que el tratamiento guionístico ( que si es profesional es como un juego geométrico, las soluciones fluyen según se reescribe el guión y se pulen o se omiten personajes según lo esencial para una puesta en escena cinematográfica, por eso existe de una obra literaria el libro fílmico, el modo en que se ha construido la nueva versión) ha sido fácil, pero desde que iniciamos los primeros párrafos de la novela de Mario Vargas Llosa, miramos esta ciudad y aquella época.

Este no es el lugar para volver a la polémica inutil acaecida en abril del año 2000, sobre la novela de Mario Vargas Llosa y su derecho como autor a reinventar cualquier realidad deseada.

(Véase un extenso artículo publicado por mí en la desapareccida seccion del periódico Hoy, Revista, el sábado 15 de abril 2000 bajo el título La Fiesta Del Chivo : El insularismo, la creación literaria y el Trujillismo subliminal, Cfe. )…

En otras palabras, la relación entre y cine y literatura es tan libre y deliciosa, cuando hay talento por el medio, como la que un gran escritor tiene con su novela, su cuento o su poema.

Concebida la criatura fílmica, sospechar que el padre literario fue consultado de modo permanente o si formó parte del equipo, o si leyó los tratamientos sucesivos, eso no se puede dudar: porque no siempre un padre literario es tan indulgente con el cine, ojo: para que todo quede en casita.

La Fiesta del Chivo (2006) como película, no será en la historia actual del cine, la única oportunidad para que el rico debate sobre cine y literatura continúe, debate que los teóricos linguistas franceses e italianos, agotaron hasta la saciedad hacia la década del 70, legando códigos y convenciones harto conocidas.

2. LA FIESTA DEL CHIVO, EL CINE Y TRUJILLO.:

Hacer una película con rigor no es cosa fácil, hacer cine por hacer cine, llena la filmografía de un país de imbecilidades y bodrios inenarrables, especialmente si en ese país (que no es imaginario, existe y es una bella isla) se inventan frases de autoconsolación tales como “qué quieres, estamos comenzando”…

En nombre de esa frase se pretende, avalada por un necio y enfermizo trasfondo nacionalista, ramplón y lastimero que los especialistas justifiquen la falta de talento y la evidente mediocridad que quiere poner sordinas a voces libres de pensar, escribir y actuar. El compromiso con una película que quiere ser seria, aunque sea precaria en sus medios (no es el caso de la Fiesta del Chivo ), eso se ve a leguas, no tiene vuelta floja.

¿Qué los Dominicanos no hicieron esta película, ni tampoco escribieron la novela? …

Bueno, eso nos daría tema para largos ensayos donde nuestra literatura sobre el tema, en principio, tampoco saldría bien parada.

Adolecemos de un grave problema creador en materia de mirada interna, no admitirlo de modo público, no ayudaría a resolver el problema, todo lo contrario: mientras más se intente esconder este síndrome será peor: porque sin debates serios nunca conoceremos las causas, pero la realidad no es un invento mío: sicológicamente el producto creador de nuestra literatura tiene un reto aún con la figura de Trujillo, el cine por igual, luego de una película digna como La Fiesta del Chivo (2006) dirigida por Luis Llosa. De modo que no se haga el rídiculo reaccionando ante esta película haciendo reclamos nacionalistas pendejos, vacíos de contenido inteligente de ideas. Pienso que cuando veo los créditos de la película, observo una abundante presencia de personal dominicano, como tenía que ser, eso es interesante y hay que verlo de modo positivo.

¿Qué nos pasa aún con los dominicanos y dominicanas en el área de las artes con Trujillo?…

¿ Qué razones tan particulares nos han impedido producir en nuestro país una mirada interna al fenómeno que nos permita desde las artes hacer el exorcismo espiritual?…

Quizás el desencanto de la Democracia, la persistencia de reafirmaciones de las “bondaades del Jefe” o quizás también: En la estrategia ideológica que las dictaduras hacen en el espacio insular, la toma de la conciencia, en todo caso su secuestro, es uno de los hechos intelectuales que mejor perduran. En el espacio entendido como territorio insular, el control es total, cerrado. Las dictaduras reconstruyen un imaginario a su favor y terminan hacíéndoles creer a los ciudadanos que, fuera de aquel culto a lo omnímodo, no existe nada y que además el enemigo siempre viene de fuera, cuando realmente el enemigo número uno de la conciencia lo tenemos ahí dentro: el dictador, el enemigo íntimo, el que ha preparado el territorio a su imagen y semejanza.

En este plan donde los símbolos visuales juegan un rol esencial, el espacio insular se ve sometido a un doble aislamiento: el del territorio y el de la manipulación de las ideas, exactamente como lo hizo Trujillo con la República Dominicana por más de 30 años, y como lo continuó su compañero de carrera, Joaquín Balaguer.

La ignorancia de las ideas, la cerrazón del debate, el miedo como pedagogía fundacional de todo un sistema construido para la delación y el control, fomento de la desconfianza humana, método exquisito de anticonvivencia cotidiana; ahí tenemos la cosecha de la ignorancia de decadas.

Esa insularidad se erige como un prisma absoluto, noción de lo temporal que engaña en la visión del tiempo exterior, juego vago que acumulado en su uso, impide entender que, insulares o no, estamos situados en el mundo con nuestra propia historia y que alguna vez podría interesarse en nosotros, pequeño terrón de azúcar, a veces de hiel, en medio del mar.

Trujillo sigue siendo un reto para nosotros, debemos asumirlo, descalificar esta película con actitudes de xenofobia fácil, sería como un callejon sin salida de la no trascendencia del pensamiento crítico, arrojarle la culpabilidad a la película, antes a la novela, La Fiesta del Chivo.

3. LA FIESTA DEL CHIVO: ESCARNIO Y NUEVA MUERTE MORAL DE UN TIRANO EN PANTALLA.

La construcción de la película gira en torno a la noche en que Trujillo es justamente asesinado.

Música y alba se dan cita en el segundo 37, luego de iniciado el film, la larga travesía del carro del Jefe, parece infinita, solapada en una magnífica noche tropical, alunada, que cambiaría la histroria de un desvencijado e insular, país caribeño.

El director y su montajista eligen una noción temporal cuyo rigor de desvanecerá con la acción misma y los personajes involucrados, pero le bastará hacer entender al espectador que mientras el carro del Jefe se desliza, hacia un destino sin sombras, es el año 1961, esa es una convención visual deductible, clara, que nos ayudará a entender y situar la espiral propuesta casi al final de la película.

Resuelta esa parte con éxito narrativo, el film avanza hacia sus objetivos dramáticos: Urania ( Isabella Rossellini ) dura un minuto cuarentidós segundo en llegar al umbral de sus trágicas nostalgias, aquella puerta y aquel timbre, la actriz nos transmite su llegada, vuelve al lugar de su pasado y todo apunta que algo nos va narrar, que ella tiene un exorcismo que cumplir… Pero antes, el director ha dado órdenes de imprimir en la película el año: 1992, este título , entonces, permite establecer que toda alusión al pasado le confiere a la historia una forma de relato, una confrontación, un carácter.

La película tiene un juego del tiempo y la historia, que los actores ayudan con su fuerza histriónica y presencia a convertir en verosimil, las imágenes atraviesan la lengua ánglica, para situarnos en el drama con resultados aceptables.

Los ejes femeninos de la película, se constituyen: Urania adulta (Isabella Rossellini ) y Urania adolescente (encarnado de modo estupendo por Stephanie Leonidas, actriz británica de prometedor futuro)… En cierta manera la película bifurca acciones masculinas y femeninas, para concluir de modo interesante con un conciliábulo de mujeres que miran su futuro alejadas de un pasado narrado con dolor y escarnio moral.

La Fiesta del Chivo (2006) del director Luis LLosa, nos confronta a los dominicanos frente a una historia que decimos conocer y que sin embargo, aún  no hemos sabido exorcizar, el destino de algunos de los personajes de la película, la sangre acumulada, el retrato perverso de un dictador todavía “glorificado”, queda convertido en la pantalla en un enano humanoide, esa imagen, la que deja La Fiesta del Chivo, ahora forma parte de la historia del propio Rafal Leónidas Trujillo Molina, será imposible olvidar las secuencias esenciales de esta película, que en cierta manera, ajusticia a Trujillo desde el punto de vista moral. La imagen del macho cabrío, aquel depredador de hogares a su antojo, castigador de mujeres ajenas, queda retratado en la postración y lugar del abuso, calcado en su perversidad, la que le había prodigado una fama invencible de machote y galán, pato macho insular prendado de medallas y charreteras.

En la conciencia Dominicana, hasta el momento, no se había producido un referente visual que pudiera retratar la peor imagen que película alguna sobre el dictador pudiera recrear.

Quiero aclarar, no hay mensaje implícito en las imágenes, la película es, tiene su itinerario, muestra su objetivo visual y el efecto sobre la imagen de Trujillo, aquella vieja imagen dudosa sobre sus intenciones, queda al descubierto con una brillantez aleccionadora, creo que hablamos de una película digna: ¿ Qué es una película digna? : Aquella donde profesionales se comprometen a llevar a cabo un plan de rodaje, un destino fílmico y lo cumplen por encima de toda amenaza o chantage melifluo : los que aún quieren que vuelva Trujillo, perdónalos que no saben lo que dicen: que tengan el valor de confrontar sus deseos con lo que esta película relata y que sean sinceros en lo que sienten.

La Fiesta del Chivo (2006) dirigida por Luis Llosa, basada en la novela homónima de Mario Vargas Llosa, desde ahora en adelante será un instrumento nuevo, importante, para mirar ese pasado todavía en brumas para los ciegos interesados…

-Continuará- Cfe.

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