Jenny Berenice Reynoso, actual fiscal del Distrito Nacional, adquirió notoriedad por sus palabras y hechos mientras se desenvolvió en las mismas funciones en la ciudad de Santiago. Algunos la llamaban “Jenny Prisión”; sin embargo, cuando asumió su  cargo en la capital de la república, su brillo pareció opacarse arropado por la naturaleza, frecuencia y poder de la delincuencia en el gran Santo Domingo. Se ve y se siente apagada. Es como si hubiera pasado de moda.

Como  desgraciada contrapartida al prestigio que tuvo la ex fiscal de Santiago, los crímenes y  delitos en la capital han adquirido ribetes espeluznantes. Es como si se expandiera una plaga gigantesca  cubriendo todo el territorio nacional. En ocasiones los autores son ex convictos liberados inexplicablemente.

Ahora hay otra fiscal que está de moda, su nombre es Reforma. Los “opinistas”  hablan de sus orígenes y probables consecuencias. Lo incuestionable es que si afecta directa o indirectamente los bolsillos de la población, generará más marginalidad, más ignorancia, más enfermedades y la delincuencia podría crecer en forma incontrolable. Me equivoqué al pronosticar que Temístocles Montás no continuaría como ministro de Economía con el nuevo gobierno; no comprendo la estrategia “danilista” de dejarlo en esa posición, pero supongo que es para que sirva de amortiguador ante los bombazos consecutivos al impacto de doña Reforma.

Aunque ambas damas son fiscales, sus atributos son muy  diferentes y sus momentos de figureo son distintos; una representa más impuestos y privaciones para el pueblo y la otra ha debido representar a la Justicia metiendo en la cárcel a los responsables del nacimiento de la primera.

Ahí es que quisiéramos verla poniéndose nuevamente de moda.