POR ROSARIO TIFA
La formalidad es un estilo que surge en el hombre desde temprana edad y que influye no solo en sus actuaciones en la sociedad, sino en la forma de vestir y de enfrentar sus compromisos cotidianos.
Ese comportamiento regularmente está relacionado con el estilo de vida y la conducta que observan en sus padres, especialmente en el papá.
En el aspecto del vestir, desde pequeño, se inclina por lo clásico y, en ese sentido, es muy selectivo en elegir tanto el vestuario como sus complementos.
Vestir de saco y corbata para acudir al trabajo se convierte para él en una rutina. No se encuentra vestido de otra forma.
Se esmera para acudir impecablemente cuando debe asistir a una reunión, conferencia o cualquier otra actividad que requiera formalidad.
No es dado a las combinaciones estridentes. Elige con detenimiento, un día anterior el color y el tipo de prenda de manera que combinen perfectamente con el calzado, la corbata, el reloj y hasta el maletín que usará en sus labores.
Cuando piensa aceptar una invitación informal prefiere una chacabana, una camisa a cuadros o listas diminutas, un pantalón en rayón o un jean. Sus colores siempre serán pasteles como amarillo, azul y rosa claro. Nunca lo verás con una prenda en tonos fuertes.
Para las fiestas de gala y gran gala siempre acude en smoking y en frac. Sus modales estarán en consonancia con su estilo de vestir y por consiguiente fundamentadas en los buenos modales y costumbre.
Se esmera en cuidar su figura por lo que asiste religiosamente al gimnasio. Jamás sale a la calle sin afeitar y con un perfume fuerte que contraste con su propia personalidad.
Finalmente, es un tipo de hombre al que hasta para hacerle un regalo se debe ser selectivo para no fallar.