La formulación de acusaciones

La formulación de acusaciones

El país asiste expectante a una sucesión de formulaciones de cargos por supuestos actos de corrupción que genera un auge persecutorio de mucho desafío para el sistema judicial que no había sido llevado antes a un apoderamiento de colosales expedientes en defensa de los intereses de la sociedad.

Acciones que deben conducir, con apego al debido proceso y a la realidad de los hechos, a confirmar la magnitud real, que suele presumirse alta, que en el devenir de los ejercicios de poder ha alcanzado el cohecho en ámbitos del Estado, esta vez señalado, como víctima de mayúsculas defraudaciones.

De formidables daños al patrimonio nacional que tenderían a demostrar la ausencia o inoperancia de controles y de régimen de consecuencias definidas antes como un enraizado mal criollo de destructivos efectos. Señalado incluso como una de las causas eficientes de pobreza, desigualdad social y subdesarrollo.

Llega una hora crucial para que la diosa Themis local desafiada, y generalmente vista como débil, tardía y vulnerable a las influencias políticas y fácticas, aprovechar esta coyuntura histórica para reivindicarse, sustrayéndose no solo a las injerencias entre bastidores que con frecuencia lograban desnaturalizarla, sino también de las presiones que se aplicarían desde la opinión pública en pretensión de condicionarla, con ilegítima condición de lo que llaman vox populi, hacia tal o cual dirección.

Fuerte dosis de eficiencia

Don Quico Tabar, destacado como servidor público rectilíneo, tiene ahora en sus manos, para su propia sorpresa y desagrado (así lo dio a entender a su llegada) el embrollo de una Lotería Nacional ensombrecida. Caja de pandora para quien la ve desde fuera y en la que seguramente le esperaban taimadas concertaciones para el enriquecimiento fácil de quien allí mandara.

Existe una clara intención de rescatar tal baluarte del malhadado azar, eje de un enorme tejido de apuestas, en el que se ha denunciado un entramado estafador a espaldas de quienes se exceden en confiar en la suerte.

Aparte de que las tómbolas de factura estatal, aun operadas correctamente, sirven sobre todo como recaudadoras del «impuesto a la esperanza», creado por el Padre Billini para que la pasión por el juego arrojara, al menos, frutos para la beneficiencia.

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