La fragilidad de los puertos dominicanos

<p>La fragilidad de los puertos dominicanos</p>

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El gran valor que ha tenido la actual dirección de Aduanas, ha sido la decisión de enfrentar, a como dé lugar, el tremendo contrabando que se filtra al país a través de los puertos marítimos y aéreos, que les hace la vida más placentera a los consumidores que se benefician de productos a precios casi similares, o menores, a los que se adquieren en ultramar los productos contrabandeados

Es decir, que los puertos son una especie de colador, pese a los severos controles existentes, permitiendo detectar cientos de furgones que llegan con mercancías ocultas, disfrazadas como otras que no pagan casi aranceles. Todavía persiste la práctica, de la cual no pueden descuidarse las autoridades, empeñadas en reducir las evasiones que perjudican al fisco, el cual verá afectado a la hora que entre en vigencia el RD-CAFTA, si es que entra en vigencia en un tiempo razonable de aquí a fin de año.

Pero ocurre un fenómeno bien extraño, cuando los celosos funcionarios aduanales de cada administración pública permiten una serie de ocurrencias, tanto en importaciones como en exportaciones, donde predomina el afán recaudador del fisco, que se nutre de un dinero de mercancías de importación y de exportación que no deberían ni entrar ni salir del país a través de los puertos.

Las leyes de tránsito prohíben que los vehículos lleguen al país con el guía a la mano derecha, cosa que sólo ya se ve en Inglaterra, Japón y escasos países de fuertes raíces  británicas. Pero aquí las autoridades siempre se habían hecho de la vista gorda para permitir que circularan esos vehículos, notándose un gran aumento de los mismos en los pasados meses, incluyendo algunos de gran valor. Los vehículos con el guía a la derecha provoca serios trastornos en la circulación y expone a los usuarios a riesgos de colisión muy altas, pues se reduce tremendamente su campo visual. Pero como esos vehículos pagaban impuestos, las autoridades no prohibían el desembarco de los mismos y ser devueltos a su origen.

Por fin las autoridades de la AMET, decididas a hacer cumplir la ley, iniciaron un operativo de retención de los vehículos con los guías a la derecha, para exigirles a sus propietarios que procedieran al cambio de posición, como condición para volver a circular. Tal acción es positiva, pero lo que resulta extraño es de que las cosas en el país están sujetas a la displicencia ancestral de las autoridades, que trabajan tan a desgano, y son muy reacias a aplicar los mandatos legales establecidos por ley. Y el primer lugar de ese poco celo en las autoridades, radica en las aduanales, que nunca evitaron la entrada al país de los vehículos con guías a la derecha, para luego verlos durante años circulando por calles y carreteras nacionales.

Y así como las autoridades dejaban entrar por los puertos a esos vehículos con guías a la derecha, por igual resulta extraño, y hasta de una complicidad a las claras, de cómo se protegen a los que están exportando chatarra a Taiwán y a China. Ahora resulta que el país se ha vuelto exportador de cobre, ya es un renglón de consideración en el volumen de exportación a esos países orientales. Pero decenas de calles, carreteras y avenidas de varias poblaciones quedan a oscuras, sin la energía que se transmitía por los cables robados. Igual ocurre con las tapas de alcantarilla, las letras de bronce de estatuas y edificios, originándose un atractivo negocio de fundición con la complacencia de autoridades venales que no pueden localizar las mismas para atrapar a sus propietarios, disfrutando éstos de una protección oficial, nutriéndose de la desgracia del país con ese negocio criminal, en donde la salida de furgones con metales robados y fundidas se permitía sin ninguna certificación de origen.

Es loable que se estimule la exportación de chatarra, ya que de otra forma el país se iba a convertir en gran cementerio de hierros viejos, con el mal aspecto que ofrecen y son focos insalubres, pero la complicidad que tal negocio ha generado, para estimular el robo de cables eléctricos, de tapas de alcantarillas, de letras de bronce, bustos, etc., dice a las claras que hay intereses a ciertos niveles oficiales de que tal cosa ocurra, aprovechando la gran demanda que existe a nivel mundial por parte de China de esos despojos metálicos y convertirlo en el acero y el hierro que demanda su pujante desarrollo.

Y una muestra para no tener que llegar a tomar una decisión que elimine definitivamente la exportación de cables robados y fundidos es la creación de una comisión interinstitucional para estudiar la forma de controlarla, cuando lo correcto era imponer una prohibición radical de ese negocio, sin importar los intereses afectados, ya que todos conocemos para qué sirven las comisiones en el país, que nunca reportan recomendaciones contundentes para resolver lo que se les encomendó.

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