La frigidez y cómo afrontarla

La frigidez y cómo afrontarla

Comúnmente conocida como “frigidez”, la disfunción sexual femenina sigue siendo un tema del que se prefiere hablar en secreto. Se esconde y se le mira con suspicacia, pese a que afecta a un gran número de mujeres.

El término “frigidez” pertenece al pasado. Describía una disfunción sexual de las mujeres de la misma manera en que el término impotencia era aplicable a los hombres. Sin embargo, esa palabra no enfocaba correctamente el problema; más bien lo distorsionaba, y desde un punto de vista sexista, ponía el peso de la “culpa” en la mujer, antes que en las relaciones interpersonales, en la vida en pareja o en el medio sociocultural.

Hoy, se prefiere usar el término disfunción sexual femenina, que se refiere a la incapacidad de la mujer para funcionar adecuadamente en condiciones de deseo o excitación sexual, orgasmo o situaciones coitales. La disfunción sexual femenina se presenta, así, de dos maneras generales: como un problema de excitación sexual (lo que antiguamente se llamaba frigidez); y como un trastorno del orgasmo femenino.

“No puedo excitarme”

En el primer caso, la disfunción de excitación sexual se define como una incapacidad persistente o recurrente para alcanzar o mantener la respuesta de lubricación y dilatación genital, propia de la excitación, hasta la conclusión del acto sexual. Comúnmente, es un problema adquirido, aunque a veces se presenta como algo crónico y permanente. Las mujeres que lo sufren dicen que “no llegan al orgasmo” (lo que en realidad es un problema asociado pero diferente) o que “no se excitan”. Cuando esta disfunción de excitación sexual se presenta, muchas veces responde a un desconocimiento de parte del hombre de la anatomía femenina y la función de los genitales; en particular, del clítoris.

Asimismo, puede deberse a falta de técnicas efectivas para lograr la excitación sexual. Y, en la mayor parte de los casos, las mujeres no logran excitarse porque asocian equivocadamente el sexo con el pecado y el placer sexual con culpa.

Cuando falla la pareja

En cambio, cuando esta disfunción de excitación se presenta de manera adquirida, existen diversos factores que deben ser examinados. En primer lugar, se debe preguntar si existe algún problema con la pareja, lo que por lo general contribuye a una disminución en la atracción física y, por ende, de la excitación sexual. La causa más común, en este caso, suele ser un conflicto marital, que puede llevar a una depresión o a un estrés que potencian una disfunción sexual.

Sin embargo, la ausencia de excitación también se puede deber a causas físicas como la vaginitis, cistitis, endometriosis, hipotiroidismo, diabetes mellitus y desórdenes de los sistemas nerviosos central o periférico. Asimismo, también puede afectar en la falta de excitación el uso de algunos medicamentos (anticonceptivos orales, antihipertensivos, antidepresivos, ansiolíticos), o una cirugía radical (histerectomía, mastectomía) que disminuye la autoestima de la mujer, afectando su respuesta sexual.

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