La Frontera: Lo que nunca debió ocurrir

La Frontera: Lo que nunca debió ocurrir

Rafael Acevedo

Lo menos que pudiéramos imaginar es que a estas alturas todavía haya gente de este y del otro lado que no sepan cuál es el territorio haitiano, y cuál territorio pertenece a la República dominicana; en una Frontera en la que se gastan miles de millones, con miles de militares vigilándola y, como diariamente sale en la prensa, se utilizan drones, armas modernas y sistemas satelitales de control.
En un artículo reciente, (que espero que al menos los responsables directos se hayan tomado la diligencia de leerlo) expliqué la importancia de las barreras simbólicas para ayudar a los habitantes y militares de la frontera, de ambos lados, a estar conscientes de dónde empieza un país y dónde comienza el otro. Siendo además una marera rápida, práctica y económica de aumentar la capacidad de control territorial por parte de la entidad encargada de cuidarla.
Paradójicamente, si algo debe saber un soldado es de territorialidad, pues las Fuerzas Armadas están para defensa del territorio, y no puede haber ambigüedad sobre eso, como parece que ha sido el caso reciente, pues según el veterano senador Sánchez Roa, no solo los haitianos tienen confusión sobre si el área donde están nuestros soldados es o no territorio haitiano; o sea, que ni siquiera eso han podido hacer bien nuestras autoridades. Yendo las cosas al extremo de haberlos dejado a los vecinos ocupar y utilizar el territorio dominicano para hacer estadios de beisbol y de futbol, y según el senador, hasta un cementerio de este lado de la inefable frontera.
Urge, pues, insistir en las barreras simbólicas, y todo el conjunto de pautas para establecer las condiciones de vigilancia y defensa.
Por varios años fui profesor de Sociología del Espacio Territorial. También escribí un libro donde trato el tema. Demás está decir que estamos a la disposición de las autoridades para colaborar sobre la materia. Y en otras cosas, de las cuales también muchos tenemos experiencia. Sin que nadie se ofenda, pues todo dominicano está en el más estricto deber de defender su territorio, y eso haríamos con mucho gusto. Aparte de que el tema de la frontera se ha convertido en un asunto innecesariamente fastidioso para los dominicanos. Todos estamos clamando por las medidas necesarias para garantizar la seguridad en la frontera, especialmente en cuanto a incidentes del tipo que tuvo lugar recientemente entre nacionales haitianos y soldados dominicanos en el sector de Carrizal de Comendador, el cual dejó como saldo un muerto y varios heridos; irónicamente, en Cachimán donde Duvergé y Alfau vencieron al ejército haitiano en la guerra de Independencia.
Se trata de incidentes, absolutamente innecesarios, y que estaríamos en peligro de ver surgir con mayor frecuencia mientras la situación de Haití siga agravándose y nosotros sigamos con tan bajos niveles de eficiencia en cuanto a al control de la frontera.
Increíblemente, como extrañamente propone el senador, habríamos de buscar un árbitro internacional para que diga si el territorio en cuestión es nuestro o del vecino. Algo lamentable que nunca debió ocurrir.

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